La controversia en torno a la rehabilitación de Iósif Stalin en Rusia ha adquirido una nueva dimensión al coincidir con el centenario de la muerte de Vladímir Lenin, líder de la Revolución Bolchevique.

La estrategia de blanquear la imagen de Stalin se vincula directamente con la guerra en Ucrania, donde se busca equiparar la operación militar actual con la justicia de la Gran Guerra Patria.

Este fenómeno se refleja no solo en la esfera política sino también en manuales de historia que presentan una versión menos crítica de Stalin, minimizando referencias a las purgas y los GULAG.

La revisión histórica se ha intensificado en los últimos años, con la instalación de monumentos en honor a Stalin y debates sobre cambiar el nombre de la ciudad de Volgogrado a Stalingrado.

Aunque dos tercios de la población se opone a estas iniciativas, las autoridades planean un referéndum que podría tener un alcance regional.

Este resurgimiento histórico plantea preguntas éticas sobre la manipulación de la narrativa y la responsabilidad de regular la representación histórica en la sociedad rusa.

Los nuevos manuales de historia no solo admiten las brutales purgas estalinistas, sino que también buscan contextualizarlas en una difícil situación internacional, intentando justificar las acciones de Stalin.

Además, se minimiza la mención de los GULAG y se niega el genocidio por hambruna en Ucrania, conocido como Holodomor.

Este enfoque de revisión histórica sugiere un intento de reinterpretar el pasado para respaldar la narrativa política actual y consolidar la visión de una Rusia justificada en sus acciones militares.

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