La Agencia de Alimentos de Singapur ha dado un paso revolucionario al autorizar el consumo de 16 especies de insectos en el país. Esta decisión, anunciada el pasado 8 de julio de 2024, permitirá la importación de insectos muertos y productos alimenticios elaborados a partir de estos insectos.

Entre las especies permitidas se encuentran los grillos domésticos, la langosta migratoria africana, los gusanos de seda y las abejas melíferas. Estas especies han sido consideradas seguras para el consumo humano y animal, por lo que ahora podrán ser utilizadas como materia prima en la industria alimentaria y como alimento para los animales de granja.

La inclusión de los insectos en la lista de alimentos aprobados es parte de los esfuerzos de Singapur por reducir su dependencia de las importaciones de alimentos. Se espera que para el año 2030, la ciudad-Estado pueda satisfacer el 30% de sus necesidades nutricionales localmente, según Bloomberg.

Reducción de dependencia y autosuficiencia para Singapur

Singapur, un país altamente urbanizado con un sector agrícola casi insignificante, importa más del 90% de los alimentos que consume. Permitir el consumo de insectos es una forma innovadora de diversificar la oferta alimentaria y garantizar la seguridad alimentaria en el país.

El consumo de insectos no es algo nuevo en otras partes del mundo. En América del Norte y la Unión Europea, el consumo de insectos ha sido aprobado y se han desarrollado productos alimenticios a base de estos organismos. En países cercanos a Singapur, como Tailandia, los insectos forman parte de la dieta tradicional y son considerados un manjar.

A pesar de las posibles reticencias iniciales, los insectos son una fuente de proteínas y otros nutrientes muy beneficiosa para la salud humana. Además, su producción requiere menos recursos naturales y emite menos gases de efecto invernadero en comparación con la ganadería tradicional.

Singapur se convierte así en un pionero en la promoción del consumo de insectos como una alternativa sostenible y saludable. Con esta medida, el país no sólo busca garantizar la seguridad alimentaria, sino también impulsar la innovación en la industria alimentaria y contribuir a la sostenibilidad ambiental.

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