Patrick Parker Walsh, empresario en Florida, actualmente cumple una condena de cinco años y medio en prisión federal por defraudar cerca de USD 8 millones destinados a la asistencia por COVID-19.

Como parte de su declaración de culpabilidad, se comprometió a devolver el dinero robado y vender Sweetheart Island, una paradisíaca isla deshabitada de dos acres que adquirió mediante la estafa.

La isla fue comprada por USD 116 mil, financiada con USD 90 mil de los fondos defraudados. Este caso representa solo una pequeña parte de un enorme robo a nivel nacional, donde delincuentes han saqueado más de USD 280 millones en ayuda por COVID-19, derrochando o gastando incorrectamente otros USD 123 millones.

Los defraudadores de la ayuda por la pandemia han mostrado gastos extravagantes en casas, relojes de lujo, joyas, automóviles costosos, noches en clubes de striptease, apuestas en Las Vegas y vacaciones costosas.

La modalidad de robo se aprovechó de la entrega de efectivo sin muchas complicaciones, permitiendo que miles de delincuentes saquearan los fondos destinados a personas y empresas necesitadas.

Aunque el Departamento de Justicia de Estados Unidos ha acusado a casi 3,200 personas de fraude en el alivio por el COVID-19 y ha incautado aproximadamente USD 1,400 millones en ayuda ilícita, la magnitud del fraude y la complejidad de los casos dificultan la captura de todos los responsables.

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