La celebración de cumpleaños de Teresa de Jesús Cruz se convirtió en una tragedia cuando su hijo la asesinó y decapitó minutos antes de la fiesta sorpresa que su familia le había preparado. Teresa, una querida maestra de 49 años, vivía en Glendale, Arizona, donde sus familiares estaban listos para sorprenderla por su 50º cumpleaños.
La tarde del 28 de septiembre, su hermana la llamó para coordinar una comida previa a la celebración. Sin embargo, cuando Teresa no llegó al encuentro programado, sus familiares, preocupados, fueron a su casa alrededor de las 20:00 horas. Al no obtener respuesta, contrataron a un cerrajero, quien abrió la puerta, revelando una escena brutal: el cuerpo de Teresa sin vida, apuñalada y decapitada.
La policía de Glendale encontró poco después a Alejandro González, el hijo de Teresa, conduciendo el automóvil de su madre. Estaba visiblemente intoxicado y con sangre en su ropa. Tras ser interrogado, confesó haber matado a su madre para «acabar con su sufrimiento». Según él, otro hombre había atacado a su madre, aunque esta versión fue desmentida por las investigaciones.
González había afirmado que un hombre en bicicleta le vendió drogas y que, posteriormente, ese mismo sujeto apuñaló a su madre. Sin embargo, la policía no encontró evidencia de este atacante, concluyendo que era una invención de González para desviar la responsabilidad del crimen.
El hijo de Teresa había salido de prisión horas antes del asesinato, tras ser acusado de causar daños en una gasolinería. A pesar de sus problemas, su madre lo acogió en su hogar, sin imaginar que él sería quien acabaría con su vida de manera tan cruel y violenta, impactando profundamente a la comunidad de Glendale.
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