El pasado sábado, Nigeria fue testigo de un aumento en la violencia, con un saldo trágico de 54 personas fallecidas en ataques perpetrados por hombres armados en los estados de Zamfara y Benue. Estos incidentes se suman a la grave crisis de seguridad que atraviesa el país africano, plagado de la violencia de bandas criminales y grupos yihadistas.

En Zamfara, los agresores irrumpieron en aldeas de la región de Maradun, donde llevaron a cabo ataques indiscriminados, disparando y matando a más de 30 personas. Además, incendiaron viviendas y obligaron a los residentes a abandonar sus hogares antes de asesinarlos.

Por otro lado, en Benue, los atacantes llegaron en motocicletas y abrieron fuego indiscriminadamente en las comunidades de Katsina-Ala, dejando un saldo de al menos 24 víctimas mortales. Muchos sobrevivientes han tenido que huir por temor a ataques futuros.

Los líderes comunitarios han denunciado la falta de presencia policial y militar en las zonas afectadas, lo que facilita las acciones de los criminales. La falta de seguridad ha generado una situación humanitaria crítica, con escasez de alimentos y medicamentos para los afectados.

Ola de ataques en Nigeria

Estos ataques se suman a una larga lista de actos violentos que han azotado Nigeria en los últimos años, protagonizados por bandas criminales que secuestran y roban a gran escala para obtener rescates. Desde diciembre pasado, más de 2.000 personas han sido secuestradas en el país.

Además, en el estado de Benue, los enfrentamientos entre agricultores locales, mayoritariamente cristianos, y pastores fulanis, de religión musulmana, han sido frecuentes debido a la disputa por la tierra y los recursos escasos. Estos conflictos han causado millas de muertes y desplazamientos masivos en los últimos años.

La situación de inseguridad se agrava por la presencia del grupo yihadista Boko Haram, activo desde 2009 en el noreste de Nigeria, y su escisión, el Estado Islámico en la Provincia de África Occidental (ISWAP), desde 2016. Estas organizaciones terroristas han dejado un saldo de más de 36.000 muertos y tres millones de desplazados internos en más de una década de conflicto armado.

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