Por: Perla Ríos

Actualmente la discoteca Cyclons va quedando poco a poco en ruinas, en donde ocurrió la leyenda del diablo y ningún negocio volvió a pegar en ese lugar que se ubica en la zona sur de la ciudad de Durango.

En 1990 corría el mes de abril. Cuenta la leyenda que la tarde del Viernes Santo, una muchacha salió de su casa dispuesta a pasarla bien, a disfrutar el momento bailando mucho y se dirigió a la discoteca Cyclons, centro social distinguido y exclusivo donde se daba punto de cita lo más selecto de la sociedad juvenil duranguense.

Dicen los que presenciaron el suceso que de pronto empezó una pareja a bailar y luego a levantarse del piso de la pista, como que flotaban en el espacio y se acercaban al techo del salón.

El espectáculo era atractivo y aterrador al mismo tiempo, enajenaba a quien lo presenciaba, al extremo de no poder separar la vista de la pareja de danzantes al ritmo de lambada.

Josefina, la protagonista de esta leyenda, era una morena clara, con ojos verdes como la esmeralda, tenía alrededor de 18 años cumplidos, era de estatura media, ligeramente alta y esbelta.

Iba acompañada de un grupo de amigos, cuando llegó a invitarla a danzar un apuesto joven, bailaron y en ese momento sucedían cosas extrañas.

Dicen los que presenciaron el suceso que de pronto empezó la pareja a levantarse del piso de la pista, como que flotaban en el espacio y se acercaban al techo del salón.

El caballero que tenía un pie de cabra y otro de gallo, desapareció cuando alguien dijo «Ave María Purísima”: era el diablo.  Y la dama cayó con una mano marcada en la espalda, como si fuera una quemada.

Desde entonces varios comerciantes intentaron poner algún negocio en ese establecimiento y nunca pegó, a la fecha va quedando en ruinas y con la leyenda de lo acontecido en aquel año cuando se apareció el diablo.

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