Como casi todo los aspectos de la vida en sociedad como la conocemos hoy, los restaurantes sentaron su base más importante en los tiempos de la revolución francesa.

Fue en el siglo XVIII que Boulanger en las calles de París puso en su local un lugar para que los viajeros llegaran a comer ya con el concepto que hoy conocemos, es decir mesas, una carta sencilla, platillos especiales y un lugar tranquilo y elegante para ingerir los alimentos.

Aunque Madrid le pelea a París la distinción de haber tenido el primer restaurante la versión más aceptada es la de la calle Des Poulies donde Boulanger puso su establecimiento.

La palabra restaurante significa «el ente que vuelve a parar a los caídos de hambre» por su origen etimológico y parece una definición muy acertada.

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Antes de Boulanger ya existían lugares donde los viajeros podían llegar a comer y descansar pero no con el concepto como lo conocemos ahora.

Boulanger también distinguió su lugar por la leyenda que ponía para recibir a los comensales en las puertas de su negocio que decía «venid a mí todos los de estómago cansado y yo os lo restauraré» en 1765.

La frase fue sacada del nuevo testamento particularmente en los evangelios y de ahí se agarró el concepto para conectar la restauración con el consumo de alimento que de manera literal tiene mucho sentido y abstracta también.

La leyenda de que Madrid ya tenía un lugar que funcionaba de la misma manera data de 40 años antes, es decir, en 1725 pero no existe la documentación suficiente para validarlo.

De ahí ha evolucionado la forma de hacerlo y es por eso que hoy se conoce de todo tipo de restaurantes y lugares para comer que obedecen a otro tipo de necesidades y características.