El confinamiento es una de las medidas sanitarias para que el virus COVID-19 no se propague rápidamente, lo que ha causado que familias convivan la mayoría del tiempo en un espacio en ocasiones reducido.

El no salir puede generar ansiedad e irritabilidad, en personas propensas a arranques impulsivos la situación no les favorece, muchos menos a quienes los rodean.

Vivencia que encarna una joven en Estados Unidos al habitar junto con su padre, quien asegura la había violado hace algunos años.

Con un mensaje de texto Kai le notificó al sujeto que su madre quería que pasara este periodo de contingencia con él, accedió sin problemas.

«El instante en que entré mi cerebro se apagó, todo se apagó, toda sensación», expresó la mujer.

Regresó a la casa de su abusador, debido a que su madre perdió su empleado por el Coronavirus, ella no tenía ni idea de la violencia emitida años atrás.

Hace apenas unos meses Kai comenzó la terapia para superar tanto tiempo de abuso mental y sexual.

Desde que abre los ojos siente la tensión al escuchar sus pasos, le inquieta el sonido de la licuadora pues es su señal para ponerse atenta.

Relata que él pasa sus tardes frente al televisor, pero por la noche puede escuchar que ve pornografía, está pendiente de todo pues su puerta no tiene seguro.

Kai conoce los factores que desatan el abuso, el hacerlo enojar, por lo que intenta no hablarle, va rápido al baño o se apresura al prepararse de comer y regresar a su cuarto.

«Él actúa como si viviéramos en un período extraño de la historia y no menciona nada sobre el abuso, no ha hecho nada todavía, perola anticipación me está matando», dijo.

La joven espera la situación se normalice en Nueva York, donde vivía, y pueda regresar junto con su madre lo antes posible.

Las denuncias de acoso y violencia familiar han ido en aumento a raíz del Coronavirus. Las lineas de ayuda no se dan abasto en diferentes países, pero los gobiernos han implementado orientación para las victimas.

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