Crea intenciones, nútrelas y actúa
Esperar a que suceda aquello que deseamos, a que los demás nos traten como queremos, a que en el trabajo nos valoren, a que nuestra pareja se dé cuenta de lo que necesitamos… Esperar, esperar y esperar.
Mantenernos firmes en el camino sin dar un paso porque pensamos que nos merecemos que suceda todo aquello que esperamos es una buena manera de impedir el avance y la conexión con los demás, pero sobre todo de asegurarnos frustración.
Los demás no son adivinos, las circunstancias no tienen en cuenta nuestros deseos y el ritmo de la vida no consiste en adaptarse a cada uno de nosotros. Ilusionarnos con nuestro futuro mientras miramos por la ventana es un bonito ejercicio de reflexión e imaginación, pero solo eso. Puede ser el inicio de todo, la semilla que plantar, pero para ello hacen falta intenciones y herramientas y nutrientes para cultivarlas. Solo así aquello que imaginamos pasará, poco a poco, a ser real.
Una vez que tenemos clara nuestra meta, necesitamos un medio de transporte para alcanzarla y este no funciona si no se alimenta de la energía necesaria. Por lo tanto, aprender a definir qué queremos, analizar si es posible, cultivar intenciones y nutrirlas de acciones es la clave.
No lo olvidemos, nada sucede ahí fuera por arte de magia. El fuego de la pasión se apaga si no añadimos más leña y el motor que nos impulsa a seguir adelante no puede hacerlo si no tiene más gasolina. Mucho cuidado en quedarnos colgados de nuestras expectativas.
«No son las cosas en sí mismas las que nos preocupan, sino la opinión que tengamos de ellas».