Cuida lo que te hace feliz
Cuida lo que te hace feliz, lo que te dibuja una sonrisa, te sumerge en un mar de calma y te invita a desconectar de la telaraña del día a día. Lo que te eriza la piel, te hace saltar de alegría y te invita a ser mejor, pero también eso que te hace aprender y crecer personalmente.
Desperdiciamos tanto tiempo a lo largo de nuestra vida que, a veces, se nos olvida cuidar lo importante: esos detalles, momentos y personas que nos regalan dosis de felicidad, sabiduría, tranquilidad y amor, mucho amor, a pesar de los contratiempos, las lluvias y los nubarrones.
Pero no siempre estarán ahí, no siempre sucederá todo como esperamos y esto puede frustrarnos, aunque también nos hace ver todo lo que teníamos y no supimos aprovechar. Nos enseña a valorar, a diferenciar lo valioso de lo pasajero… Por eso, cuida lo que te hace feliz y no lo dejes para luego.
«Mi felicidad consiste en que sé apreciar lo que tengo y no deseo con exceso lo que no tengo».
La falsa seguridad del «mañana»
Somos expertos en posponer, en dejar para más tarde o para más adelante. Confiamos en que nada cambiará, ni las experiencias ni las personas. La cuestión es que por mucha seguridad que creamos tener, la incertidumbre es más real que todas nuestras expectativas y suposiciones juntas. No podemos estar seguros de nada.
Quizás mañana no volvamos a ver a nuestra pareja, a nuestra madre, padre o hermano… Tal vez esa amiga con la que compartimos tanto dé un giro a su vida y en unas semanas se marche a otro destino o puede que tengamos los días contados en nuestro trabajo, ciudad o barrio… A lo mejor no ocurre ya, pero el paso del tiempo, conlleva cambios, pérdidas y ganancias. No podemos olvidarlo.
No está mal esperar, la paciencia también tiene sus virtudes, pero cuando se trata de sentimientos, vínculos y relaciones, más vale expresar todo aquello que guardamos en nuestro interior. Más bien porque puede que un día sea demasiado tarde.
Ahora bien, tampoco podemos olvidar que el tiempo también se acaba para nosotros, para hacer aquello que tenemos en nuestra lista de pendientes y que nos hace felices. Ya sea leer una novela, visitar aquel país que tanto deseamos, empezar ese proyecto que nos sale del corazón, dejarnos llevar por la música y bailar o tocar el piano… Por lo tanto, no olvidemos reservar unos minutos o unas horas a aquello que nos gusta y que tantos momentos bonitos nos regala.
La felicidad de los pequeños detalles
No hacen falta hechos ni sacrificios grandiosos para reconocer el valor de todo lo que nos hace bien. A menudo, son los pequeños detalles los que marcan la diferencia, esos que desprenden atención, comprensión y cariño, esos que nos regalan calma, paz y tranquilidad, que nos conectan con el presente, el amor y nuestro interior.
Un buenos días al despertar, una llamada para preguntarte qué tal estas, sonrisas, caricias, abrazos o simplemente un silencio que acompaña en los días malos son gestos muy poderosos que regalan felicidad. También el aroma del café o de la lluvia mientras lees un libro cerca de la ventana, el placer de pasear por tu lugar preferido o simplemente la posibilidad de descansar tras un día agotados y estresante.
A veces lo más simple es lo más valioso y ni si quiera somos capaces de percibirlo. Todo lo contrario: nos empeñamos en perseguir la felicidad por caminos equivocados, sin percibir que está más cerca de lo que pensamos.
¿La clave? Nuestra actitud. Si de una vez por todas aceptamos que tenemos mucho a nuestro alrededor que agradecer y por lo que sentirnos bien, si nos empeñamos en ver más allá de nuestro filtro negativo y si comenzamos a reconocer como valioso tanto el tiempo de los demás como el nuestro todo comenzará a tomar otra perspectiva.
Cuida lo que te hace feliz, lo que te aporta y te impulsa crecer, lo que te regala sentimientos, momentos y experiencias positivas.