Deja de ser una persona tóxica
Cuando intentas dar a valer lo tuyo por encima de lo de otras personas, incluso cuando reconoces que lo otro es mejor, pero te molesta que no se te valore o a quién pertenece la autoría de ese elemento o acción; estás siendo una persona tóxica.
Cuando tu ego te impide saber cuándo parar, dejar de hablar desde el “yo” de la justificación y dar paso al “yo” del reconocimiento y compromiso, o incluso cuando eres insensible bien por falta de empatía o por ignorancia voluntaria; estás siendo una persona tóxica.
Cuando te acostumbras a pedir soporte emocional, físico o económico y te crees en el derecho de hacerlo por la relación que te une a la otra persona, pero no te detienes a dedicar tiempo a equilibrar la balanza; estás siendo una persona tóxica.
Cuando la pereza hace que las personas en tu compañía pierdan productividad, se sientas agotadas o incluso olviden sus motivaciones con frases tipo “da igual”; estás siendo una persona tóxica.
Cuando tu mayor aventura es repetir tu día con la exactitud de un reloj, dejando de improvisar, de sorprender y por supuesto, eliminando la aventura como parte sustancial de tu vida; estás siendo una persona tóxica.
Cuando en tus conversaciones premian los números y las cantidades y no la calidad y las emociones o intangibles, dando argumentos basados únicamente en el “cuántas veces” has hecho algo y no el “de qué manera” lo has hecho; estás siendo una persona tóxica.
Cuando utilizas expresiones negativas para referirte a tu situación, desmoralizadoras o falsamente precavidas cuando alguien te está contando un proyecto o si lo único que compartes son penas; estás siendo una persona tóxica.
Cuando dejas de creer en ti y en los demás. Cuando defiendes la falta de libertad, o los celos, o la posesión, o crees saberlo todo antes de que suceda; estás siendo una persona tóxica.
Cuando dejas de soñar; estás siendo una persona tóxica. Cuando no dejas que otros sueñen; estás siendo una persona muy tóxica.
Cuando no das las gracias, pides perdón, dices “lo siento”. Cuando introduces mensajes negativos y cuando no toleras las acciones o actitudes de otras personas bajo la sentencia “yo no lo hubiese hecho así” o “a mí no se me ocurriría haber hecho tal o cual cosa”; estás siendo una persona tóxica.
Y sí. Por supuesto. Cuando insultas, gritas, faltas al respeto o humillas a alguien, aunque sea una persona completamente desconocida en una caravana en el coche, a un camarero que no te atiende correctamente, o cualquier otra circunstancia; estás siendo alguien despreciable. Y además, alguien tóxico.
El problema es que todos y todas pecamos alguna vez de ser vampiros emocionales, estar enojados con el mundo, no soportar a nadie (a veces ni a nosotros mismos) o hemos creado conspiraciones y buscado mega enemigos que manipulan y destrozan nuestras vidas. Todos alguna vez hemos requerido atención por que nos sentíamos carentes de afecto, o inseguros, o nos ha dominado la ansiedad, el miedo y se lo hemos transmitido a los demás. ¡Pero si incluso nos encanta ser chismosos en ocasiones y hacer un traje (y no precisamente de piropos) a quien no está presente! Yo lo reconozco y me reconozco en algunas de esas actitudes. ¿Eso me convierte en una persona tóxica? Pues desgraciadamente sí.
No importa el tiempo que me dedique a ser una persona “elixir”, o lo mucho y bien que trabaje en ser una mejor persona cada día. Sencillamente cuando uno de esos elementos aparece debo ser consciente de que estoy siendo una persona tóxica. La vida no es blanca o negra. Pocas personas son tóxicas completamente, con todo el mundo y a todas horas. Y por supuesto que lo contrario, tampoco.
Las personas elixir son aquellos seres que viven con un optimismo inteligente; esto es, que saben aceptar su entorno, las dificultades e incluso que reconocen y aceptan los fracasos, pero no se conforman con todo ello sino que se preparan para generar alternativas y pensar en opciones positivas. Son personas que dan energía, vida y momentos cargados de sensibilidad, afecto y equilibrio. Las personas elixir son quienes generan lazos equitativos, motivan, evolucionan y gestionan las emociones y sus discursos desde el respeto y la asertividad. Y tengo dos noticias para ti; la primera es que tú ya eres una persona elixir. Como yo. Eso sí, la segunda noticia es que ni lo eres siempre, ni con todo el mundo y en la mayoría de las ocasiones, lo eres en menor intensidad que cuando actúa tu toxicidad. Por eso vamos a trabajar. Por que nadie merece tenernos al lado cuando somos tóxicos, ni siquiera con quien más solemos serlo; nosotros mismos.
1. Respira.
2. Reconoce tu frustración
3. Acepta y valida otras opciones
4. Prueba otro sabor de la vida
5. Descubre las grietas de tu persona elixir
6. Perdona y olvida
7. Las personas son buenas
8. Ríete más, incluso de tus propias ocurrencias
9. Pide ayuda
10. Duerme
Eso sí, sólo irá a menos si lo trabajas. Cada día.