Entre rosas y espinos
Un hombre plantó una rosa y la regó fielmente y delante de él la rosa floreció y la examinó. Vio que el brote florecía pronto, pero también las espinas. Y pensó…»¿cómo puede ser que una flor tan bonita, venga de una planta tan cargada con tantas espinas
afiladas?».
Muy triste por esto, pensó y luego decidió abandonar el cuidado de la rosa, pero antes de que estuviese lista para florecer, la rosa se murió.
Así pasa con muchas personas, dentro de cada alma hay una rosa. Muchos de nosotros nos miramos y vemos solo las espinas, es decir los defectos.
A veces nos desesperamos, pensando que nada bueno puede salir de adentro nuestro,
abandonamos regar lo bueno dentro de nosotros mismos y en el futuro se muere.
Nunca comprendemos nuestro potencial.
Algunas personas no ven la rosa dentro de ellos; alguien mas debe mostrárselas.
Uno de los más grandes regalos que una persona puede dar es ser capaz de ver más allá de las espinas y encontrar la rosa dentro de otros.
Esta es la característica del amor, mirar a una persona, sabiendo sus defectos, reconocer la nobleza de su alma y ayudarle a comprender que puede superar sus debilidades. Si le mostramos la rosa, ella conquistará las espinas.
Entonces podrá florecer treinta, sesenta y ciento por uno cada uno de sus pliegues (multiplicar cada una de sus cualidades).
Nuestro deber en este mundo es ayudar a otros mostrándoles sus rosas y no sus espinas.
Solo entonces podremos lograr el amor propio que debemos sentir por nosotros mismos.
Solo así podremos florecer en nuestro propio jardín.