Reflexiones

La historia de un paseo

21/09/2019 - Hace 5 años en Internacional

La historia de un paseo

Reflexiones | 21/09/2019 - Hace 5 años
La historia de un paseo

Imagina que estás con tu pareja dando un paseo. Estás disfrutando de la experiencia y del tiempo con ella. De hecho, en ese momento ¡te apetece tanto transmitírselo! Son muchos años a su lado, muchos acontecimientos buenos y malos, pero a pesar de todo han salido adelante.

Piensas que es un buen momento para agradecerle todo lo vivido y para hablar sobre cómo el vínculo que han creado juntos, poco a poco lo han reforzado. De manera que mientras camina, dices su nombre y le dices: «Me alegro de pasar tiempos juntos y que paseemos como hacíamos antes, siento que estoy muy unida a ti». Tu pareja te mira y te contesta: «Sí, hace buen tiempo, sigamos por ahí» y continua.

De repente, no entiendes muy bien qué ha pasado. Quedas en silencio y te preguntas: «¿cómo es posible que en un momento de sinceridad en el que has mostrado tus sentimientos reaccione de esa manera?».

A partir de ahí comienzas a dar vueltas a su comportamiento, a buscar alguna señal de algo que te pueda dar más información y poco a poco te sumerges en una sensación de rechazo, al mismo tiempo que te vas enfadando.

«Quizás ya no siente lo mismo», «Puede que quiera terminar la relación», «¿Habré dicho algo que le haya incomodado?»; son solo algunos ejemplos de todo lo pasa por tu mente hasta que llegas a casa. Allí decides hablar sobre lo ocurrido, pero en lugar de preguntar «¿Te pasa algo?», irrumpes con «¿Quieres dejarlo? Me estás evitando, ¿qué pasa?». -«No quiero hablar de eso en este momento», te contesta.

Y tú ahogado en la más absoluta incertidumbre, te cuentas lo peor sobre lo vivido, una historia trágica, de ruptura y sufrimiento, mientras le exiges hablarlo. Tras un largo silencio comienza a hablar y te cuenta que no sabe lo que le has dicho, ni por qué piensas todo eso porque mientras estaban dando el paseo estaba intentado controlar su ansiedad porque estaba sufriendo un ataque de pánico.

Quien ha experimentado este tipo de fenómenos sabe muy bien todo lo que conllevan: sensación de ahogo, angustia, sudoración excesiva, una atención focalizada en la sintomatología física y una retahíla de pensamientos a menudo incontrolables y catastrofistas. Ahora que lo sabes, comprendes su reacción, su silencio y hasta la propuesta de hablarlo más adelante.

¿Y ahora qué?

Esta situación imaginativa nos sucede día a día de diferentes formas. Tenemos la mala costumbre de suponer y juzgar a los demás, sin darles ni siquiera la oportunidad de explicarse. Y lo peor no es eso, sino las historias que nos contamos sobre lo sucedido, algunas incluso merecedoras de Oscars. Todo porque no barajamos la posibilidad de que existen otros puntos de vista y otras formas de vivir las situaciones.

La mayoría de las veces lo hacemos de manera inconsciente, pero existen muchas personas que eligen ser miopes en determinadas situaciones. Puede ser por orgullo, por evitar sufrir o por cualquier otro motivo, sin embargo sea por lo que sea, a la larga no sale rentable. Al final terminamos sufriendo y pueden tambalearse nuestras relaciones con los demás.

No des nada por supuesto, si tienes duda, aclárala… Si sospechas, pregunta.

Suponer te hace inventar historias increíbles que sólo enredan tu alma y no tienen fundamento. Honra tus PALABRAS. Lo que sale de tu boca: ERES TÚ.

Si no honras tus  palabras, no te estás honrando a ti mismo; si no te honras a  ti mismo,  no te amas. Honrar tus palabras es honrarte a ti mismo, es ser coherente con lo que piensas y con lo que haces. Esto te hace auténtico y te hace respetable  ante los demás.

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