Ser o tener
Hemos visto cómo las personas y las sociedades han ido evolucionando frente a dos orientaciones, la orientación del ser y la del tener.
En la actualidad, vivimos en una sociedad que cada vez requiere más producción, ya sea de bienes materiales o de procesos interiores, de carácter biológico o conductual. Pareciera que si alguien no se somete a este cumplimiento de reglas internalizadas, que surgieron con la industrialización, no tiene y, por lo tanto, no es.
Sin embargo la producción, esencia de la industrialización, no es sinónimo de productividad. Pero para Erich Fromm, productividad no significa hacer el mayor número de cosas en el menor tiempo posible, ni alcanzar unos logros, ni poseer determinadas virtudes.
La productividad, tiene que ver más bien, con aquello que no se ve, nuestra historia, lo que pensamos, como nos posicionamos ante cualquier dilema, las decisiones que tomamos, pero si tener en cuenta un resultado determinado o un fin a conseguir. Se trata de un proceso de ser.
La orientación del ser
Este foco en el ser de cada uno, es una máxima de la individualidad, en oposición al egocentrismo, propio de la orientación del tener. No hay que confundir la individualidad con el egocentrismo y viceversa.
En contraste al periodo de la preindustrialización, ya no se tiene para vivir, ahora se vive para tener. Desde la orientación del ser, no nos define nuestro coche, nuestro trabajo ni nuestro aspecto físico, ni nuestras capacidades, nuestros defectos y ni siquiera nuestras virtudes vinculadas al logro o éxito. Somos mucho más que eso.
En la esencia del ser, puedes ser feliz con lo que eres, pero no con lo que tienes. Tú eres esencialmente más de lo que tienes o lo que haces. La orientación del ser significa ser fieles a nuestra historia, idiosincrasia, forma de pensar, y por tanto, no cambiarse a una orientación del tener, propia del materialismo extremo.
La orientación del tener
Muchas personas viven con la idea de que no se tiene «X» cosa, la condición humana ya no es. Otra de las consecuencias que se derivan de la orientación del tener es la equiparación del humanismo con el animalismo.
En lugar de valernos por lo que tenemos, debemos pensar en la premisa de valgo por lo que soy. Así, tus propósitos, decisiones, valores como la lealtad, el compromiso, la comprensión, cómo ayudas, etc., dirían más de ti que lo que tienes, ya sean bienes materiales o inmateriales.
Ser, tener y hacer
En la orientación del ser, una competencia o una discapacidad no nos identifica, porque somos mucho más que eso. Somos nuestra historia exclusiva de nuestro propio ser.
Para Buda, nada es permanente, ni durable, ni para el yo, ni para las cosas. Lo único permanente son los procesos. La importancia de la orientación del ser se puede observar en que el pensamiento científico ha producido un renacimiento de los conceptos filosóficos de la perspectiva del proceso al descubrirlos y aplicarlo a las ciencias naturales.
Según esta perspectiva, el conocimiento comienza con la destrucción de las ilusiones, con la desilusión –entäuschung– que ha sido un concepto estudiado como forma de acceder al conocimiento. Como observamos, la influencia del pensamiento en la orientación del ser tiene que ver con los procesos que no se ven, en muchas ocasiones, latentes o inconscientes en el individuo o en las sociedades.
Ser, tener y hacer
Debemos comenzar por el SER, luego el HACER y más tarde TENDREMOS. Si tú quieres llegar a alcanzar una posición de gerencia en tu lugar de trabajo, debes primero trabajar en tu ser.
El SER es el paso más importante y hay que dedicar un buen tiempo en entender que tipo de persona quieres llegar a ser.
De ahora en adelante, te invito a que cuando pienses en tus sueños y metas, pregúntate: ¿En quién me tengo que convertir para lograr esto o aquello? Tómate un tiempo en enfocarte en el SER.