1. Recuerda que tú no eres tu ansiedad.

2. Recuerda que tu ansiedad no eres tú: una palabra pequeña y singular no logra encapsular todo lo que eres y todo lo que serás. Eres más.

3. Cuando los aleteos de tu estómago te abrumen y cuando sientas que un pequeño elefante te pisa el pecho, recuerda respirar.

4. Respira de nuevo.

5. Sigue respirando.

6. Toma una inspiración profunda y otra expiración. Deja que el aire llene tus pulmones. Deja que alcance todas tus células, tu corazón, tu torrente sanguíneo, tus extremidades y tu cabeza. Recuerda seguir respirando. Nada bueno puede salir de contener la respiración.

7. Recuerda que esto también pasará.

8. Recuerda que está bien sentir “esto”, lo que sea que “esto” sea para ti. Puedes sentirlo sin dejar que te domine. Puedes sentirlo sin vivir en ese espacio por el resto de tu vida.

9. Recuerda que está bien pedir ayuda.

10. Recuerda que está bien tomar medicamentos, si un médico te los recetó. Tomarías medicamentos para tu dolor de cabeza, ¿no? Tampoco hay que avergonzarse de tomar medicamentos recetados para la ansiedad.

11. Tampoco hay vergüenza en la terapia de conversación.

12. No hay vergüenza en nada de esto: todos sienten y todos sienten de manera diferente.

13. Permítete sentir. Libérate de la necesidad de avergonzarte o culparte. Eso no es justo para ti y mereces ser justo contigo mismo.

14. Mereces ser justo contigo mismo.

15. Dilo conmigo ahora: «Merezco ser justo conmigo mismo».

16. Tú también eres digno de la paz.

17. Dilo conmigo ahora: “Soy digno de la paz”.

18. Encontrar la paz no siempre es una tarea fácil, pero vale la pena y eres capaz de encontrarla. Es posible que tu camino hacia la calma no se parezca a la de tus mejores amigos, a tus hermanos o, incluso, a la de tu cónyuge. Pero está bien, porque es tuyo. Está bien buscar lo que funciona para ti para que puedas encontrar tu paz interior de manera saludable.

19. Puedes llegar al otro lado de esto.