Comienza el precalentamiento en la mañana y prepárate para una gran noche.

Unas horas más tarde, a media comida, envíale el fragmento más gráfico que puedas encontrar en un libro erótico o una imagen de lencería sexy y pregúntale: «Oye, ¿cómo crees se me vería todo esto puesto?».

Despiértalo dándote la vuelta lentamente mientras presionas tu cuerpo contra el suyo. Una vez que esté semialerta, dale un beso lento y prolongado. Cuando él, ejemplo, se mueva, aléjate y dile que vas a llegar tarde.

A media mañana, justo antes de la hora del almuerzo, mándale un mensaje de este estilo: «Come bien, porque no habrá cena hasta después de que nos desnudemos y nos volvamos locos». Volverás a encender su deseo.

En tu camino a la puerta dale un pequeño apretón en el trasero y asegúrale que el juego seguirá en pie cuando vuelvas a casa. Mientras tanto, desliza una nota pícara en el bolsillo de su pantalón para que la vea cuando llegue al trabajo.

Poco antes de cruzar la puerta, asegúrate de que él llegue primero. A continuación, antes de entrar, desabróchate la camisa y quítate la ropa interior. Al entrar, entrégale tus pantaletas y dirígete a la habitación sin decir una palabra.