Inocentes o perversas, sanas o enfermizas, realizadas o inalcanzables… Sólo una cosa es segura: Todos las tenemos.
Una agente de policía sexy perdona una multa y a cambio consigue un esclavo sexual; una mujer practica sexo sobre la mesa de billar con un desconocido ante la mirada de los parroquianos del local; una estrella de Hollywood se presta a tener un encuentro apasionado con una fan en un hotel de cinco estrellas… Escenas como estas, están teniendo lugar en la mente de muchas personas en este mismo instante. Son, fantasías sexuales.
Para algunos forman parte de su vida íntima, y uno de sus atractivos principales consiste en que no se realizarán jamás. Y es que según la terapeuta corporal y experta en biosexualidad Dolores Magra, “no siempre es recomendable poner en práctica una fantasía, porque la realidad es compleja y hay una serie de olores, sabores o problemas derivados de las situaciones que pueden perjudicar la vida individual o de pareja”.
Otros, sin embargo, dedican mucho tiempo y esfuerzos en hacerlas realidad. Es el caso de los swinger, personas que practican el intercambio de parejas o participan en orgías para huir de la monotonía. Pero los expertos advierten: las fantasías llevadas a cabo difícilmente cumplen las expectativas que nos hacemos en ese espacio libre de restricciones que es nuestra imaginación.
Pero ¿somos tan libertinos cuando se trata de dejar volar nuestra fantasía? Puede que no. Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Granada en 2012 concluyó que las fantasías sexuales más comunes involucran de uno u otro modo a la pareja. Una noticia que desmentiría los temores de quienes desde que el sexo empezó a salir de las mazmorras, allá por los años 60 y 70, vienen augurando el fin de la institución de la familia y la vida en pareja.
La cantidad de fantasías también es mayor en los hombres. Esto encaja con los roles que tradicionalmente se le han atribuido al sexo masculino y femenino, pero el estudio hace hincapié en que las diferencias no son tan significativas.
Según las conclusiones de otra investigación publicada en el Journal of Sex Research en el año 2011, los hombres pensarían en el sexo una media de 19 veces al día, pero las mujeres alcanzaban la nada desdeñable cifra de 10 pensamientos. En este caso, las elevadas cifras se deben a la juventud de los sujetos que componían la muestra.