En los últimos años utilizar lubricantes es una práctica casi tan común como utilizar preservativos. En las parejas gays es un elemento casi imprescindible, mientras que en las heterosexuales su uso ha aumentado por diferentes motivos.
Un lubricante es capaz de facilitar la penetración vaginal, suavizarla y permitir así el disfrute de ambas partes de la pareja, ya que dichas relaciones dolorosas están causadas muchas veces por la sequedad vaginal. En otros casos, es el hombre el que, en ausencia de líquido preseminal, requiere de un poco de lubricante para no hacerse daño a la hora de rozarse contra el cuerpo de la mujer.
Un lubricante íntimo puede convertirse en tu mejor aliado: a diferencia de la saliva que aunque pueda resultar agradable al principio tiende a evaporarse, deja la piel pegajosa y termina por dar un olor no muy erótico, el gel lubricante se enfrenta a las incomodidades de manera discreta.
Además es hipoalergénico y perfectamente compatible con todos los preservativos, que no es el caso de la vaselina, utilizada durante mucho tiempo (puede dañar el látex, creando poros, y causar irritación). Los aceites, por su parte, aunque son muy útiles para dar un masaje erótico, no lo son tanto para lubricar la zona íntima.
Fácil de usar, el lubricante íntimo puede convertirse en un juego para añadir pasión a vuestros preliminares y calentar motores. Basta con colocar una pizca de gel lubricante en la entrada de la vagina, ano o pene o incluso el juguete sexual justo antes de la penetración y dar un masaje con los dedos para extenderla bien. Cuidado si lo utilizas con un preservativo: demasiada cantidad hará que el látex se deslice demasiado y puedes perderlo.