Una mujer británica de 49 años se sometió a cinco cirugías y tres injertos óseos para alargar sus piernas con el fin de aumentar su altura. Sin embargo, el proceso no salió como esperaba y terminó con grandes cicatrices y la pérdida de todos sus ahorros. Ella describió el resultado como un desastre total, con dolor intenso y complicaciones graves durante y después del procedimiento.

En un incidente, la mujer experimentó dolor extremo después de que un clavo metálico rompiera un hueso, mientras que en otro momento sintió un dolor insoportable en sus piernas.

A pesar de estas dificultades, el médico involucrado no ha reconocido ninguna negligencia, argumentando que la paciente fue debidamente informada sobre los riesgos del procedimiento.

Elaine Foo, cuyo caso fue reportado por la BBC, había estado obsesionada con la idea de ser más alta, una condición que ella atribuye a la dismorfia corporal, un trastorno en el cual una persona percibe defectos en su apariencia que los demás no notan. Este deseo la llevó a buscar un procedimiento quirúrgico en Londres, tras haber leído sobre clínicas similares en China años atrás.

Elaine buscaba pasar de 1.57 metros a 1.65 metros y decidió proceder con una clínica en Londres que ofrecía la cirugía. A pesar de la emoción inicial, el dolor comenzó a intensificarse rápidamente, y la primera noche tras la operación fue extremadamente dolorosa, causando gritos incesantes hasta el amanecer.

El proceso implicaba partir el hueso y colocar una varilla metálica que se expandía gradualmente, pero el clavo no funcionó como prometido. Tras complicaciones adicionales y costos inesperados, Elaine terminó rompiendo la relación con su médico. Ahora, tras cinco años de recuperación y un proceso legal, lamenta profundamente haber tomado la decisión.

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