Cada año, durante la celebración del Día de Muertos, las personas colocan ofrendas en sus hogares para honrar a sus seres queridos fallecidos.

Estas ofrendas incluyen elementos como papel picado, incienso, velas, agua y comida, especialmente los platillos que solían ser los favoritos de los difuntos cuando estaban vivos.

La comida es un componente importante de la ofrenda, ya que se ofrece a los fieles difuntos cuando regresan al mundo terrenal durante esta festividad.

Sin embargo, tras la conmemoración del Día de Muertos, muchas personas se preguntan qué hacer con la comida que se colocó en la ofrenda, ya que existen creencias y tradiciones que rodean su consumo.

Algunas creencias sugieren que los alimentos colocados en la ofrenda pierden su sabor debido a la visita de los difuntos, por lo que se recomienda no comerlos.

Otra creencia es que no se deben tomar los alimentos como muestra de respeto, ya que forman parte de la ofrenda para los difuntos.

Aunque estas son creencias transmitidas de generación en generación, en realidad no hay nada malo en consumir los alimentos de la ofrenda.

Si no se comen, es probable que se desperdicien, y es posible disfrutar de ellos de manera segura, siempre y cuando se tomen precauciones como revisar el estado de los alimentos y lavar las frutas antes de consumirlas.

En general, los dulces y las calaveritas suelen estar en buen estado para ser consumidos, mientras que el pan de muerto puede volverse rancio con el tiempo.

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