La ola de calor que azota varias áreas del país representa un riesgo para la salud, ya que el organismo humano necesita mantener su temperatura interna cerca de los 37°C para funcionar óptimamente.

Cuando se excede este límite, se puede experimentar estrés térmico, que puede tener efectos psicológicos y metabólicos.

El profesor Hugo Sánchez Castillo, de la UNAM, define el estrés térmico como un estado inducido por el aumento de la temperatura ambiental, que puede ir acompañado de hipertermia.

Esta última se produce cuando los mecanismos de regulación térmica fallan y la temperatura corporal se eleva por encima de lo normal.

Factores como la temperatura del aire, la humedad relativa, la temperatura de objetos y el entorno, y el flujo del aire son determinantes en la generación del estrés térmico, según estudios científicos y arquitectónicos.

Además, el hacinamiento en el transporte público y el tráfico pueden agravar la situación.

Las personas más susceptibles a sufrir estos efectos son los adultos mayores, los niños, aquellos que trabajan en condiciones extremas y quienes tienen condiciones médicas preexistentes.

Las consecuencias del estrés térmico abarcan desde afectaciones leves como trastornos del sueño y mareos, hasta casos graves como accidentes cerebrovasculares o incluso la muerte.

También puede manifestarse como ansiedad, tristeza y disminución del rendimiento laboral.

Para contrarrestar estos efectos, se recomienda mejorar la ventilación en edificios, ofrecer descansos para hidratarse, usar ropa ligera y evitar la exposición al sol en horas pico de calor.