Cuando hablamos de tradiciones navideñas alrededor del mundo, pocas son tan singulares como la de Japón. En este país, donde el cristianismo no forma parte de su identidad cultural, muchas familias celebran la Navidad disfrutando de pollo frito de Kentucky Fried Chicken (KFC). Esta peculiar costumbre es un ejemplo claro de transculturación, el proceso en el que una sociedad adopta prácticas culturales de otra.

La conexión entre la Navidad y KFC en Japón tiene raíces tanto en la historia como en estrategias de marketing. En un país donde menos del 1% de la población es cristiana, la Navidad no tiene connotaciones religiosas. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX, comenzó a celebrarse como un día de felicidad y unión, influenciado por la creciente exposición a las costumbres occidentales tras la Segunda Guerra Mundial.

Durante la década de 1960, Japón incorporó elementos navideños como regalos, luces y decoraciones. Aunque el 25 de diciembre no es festivo oficial, el cumpleaños del emperador el 23 de diciembre marca el inicio de unas vacaciones cortas, convirtiendo a la Navidad en una ocasión perfecta para reuniones previas al Año Nuevo.

La tradición del pollo frito comenzó en 1974, cuando KFC lanzó la campaña «Kurisumasu ni wa Kentakkii!» (¡Kentucky para Navidad!). Inspirada por el comentario de un cliente extranjero que decidió sustituir el pavo con pollo frito, la cadena promovió su menú navideño como una alternativa festiva para familias no cristianas.

El éxito fue inmediato. Cubetas especiales con pollo, pastel y vino reforzaron la idea de que el pollo frito podía ser una cena navideña ideal. A medida que esta idea caló en la cultura japonesa, la tradición se consolidó.

Hoy en día, más de 3.5 millones de familias japonesas consumen menús navideños de KFC cada año. Las ventas durante diciembre se multiplican por diez, y muchas familias reservan sus paquetes desde octubre para evitar largas filas.

Para sostener esta tradición, KFC lanza campañas digitales y cubetas de edición limitada, cautivando tanto a quienes crecieron con esta costumbre como a las nuevas generaciones, garantizando su relevancia año tras año.