Un exbombero de 55 años, Simon English, residente en Beverley, Yorkshire, estuvo al borde de la muerte tras ser atacado por una bacteria ‘carnívora’ que le devoraba las nalgas, según informaron fuentes locales. El 26 de marzo, English despertó con fiebre, tos y fatiga, inicialmente creyendo que solo se trataba de un resfriado. Sin embargo, los síntomas fueron empeorando rápidamente, lo que lo llevó a consultar con su médico al día siguiente. Tras realizarse varios análisis, fue hospitalizado de emergencia.

A los pocos días, los médicos diagnosticaron a English con fascitis necrosante, una rara y peligrosa infección bacteriana conocida como «enfermedad devoradora de carne». Esta afección puede ser mortal si no se trata a tiempo, y en su caso, el hombre pasó las siguientes dos semanas delirando, mientras le administraban grandes dosis de morfina para aliviar el dolor.

Durante su hospitalización de tres meses, English fue sometido a múltiples intervenciones quirúrgicas. La primera de ellas consistió en la eliminación del tejido muerto causado por la necrosis. Posteriormente, para cubrir la zona afectada en su glúteo, se le realizó un injerto de piel de su muslo. Sin embargo, el injerto no cicatrizó adecuadamente, lo que obligó a los médicos a realizar una colostomía, una intervención en la que se crea una apertura en el intestino grueso para permitir la evacuación de heces hacia una bolsa.

A pesar de estos procedimientos, English sufrió graves consecuencias. Además de perder gran parte de su glúteo, la infección amenazó seriamente su vida, y los médicos admitieron que, de haber esperado más tiempo para recibir atención médica, el desenlace podría haber sido fatal.

La recuperación de Simon English no terminó con estas operaciones, ya que tuvo que someterse a otro trasplante de piel en la zona afectada para poder restaurar la mayor parte posible de su integridad física. A pesar de todo esto, pudo ser dado de alta en junio, aunque con secuelas permanentes.

Expertos en salud han advertido que el cambio climático podría aumentar los casos de infecciones como la fascitis necrosante, alertando sobre la creciente amenaza de bacterias ‘comecarne’ y otras enfermedades igualmente peligrosas.

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