Ahora es el momento. Te has permitido sentirte pequeño e indefenso durante demasiado tiempo. No hay necesidad de culparse por ello porque solo podemos funcionar de la manera que funcione para nosotros en el momento.

Estabas haciendo lo mejor que podías con lo que tenías. Ahora, te das cuenta de que puedes tomar la decisión de dejar de regalar tu poder. Ahora, se detiene.

Sea lo que sea lo que pasó, lo que sea que te obligó a hacer un inventario de cómo te estás tratando a ti mismo, dale tu gratitud.

Ahora tienes una segunda oportunidad, una oportunidad de reinventarte y redescubrir quién eres. Hay tanto amor y luz en ti, querida y dulce alma.

Tal vez lo perdiste de vista hace mucho tiempo. Tal vez sientas como si nunca hubieras entendido que existía en ti en primer lugar. Pero lo hace. Existe en todos y cada uno de nosotros, pero muchos no tienen idea de por dónde empezar a buscarlo.

Muchos tienen miedo de abrazarlo, prefiriendo vivir en una cómoda complacencia. No tú. Un destello de luz captó el rabillo del ojo y te diste cuenta de que era un atisbo de tu propia posibilidad.

Tu propio potencial. Es hora de dejar de dejar que todas esas voces de idiota en tu cabeza te digan que no eres suficiente.

Ahora, cállalos para siempre. Ya no añoras el pasado, ignoras el presente y temes el futuro. Ahora mira hacia el futuro, abraza el presente y deja que el pasado se escape con una suave exhalación de alivio.

Después de todo, eres un ser poderoso y, lo que es más importante, algo mágico floreció dentro de tu espíritu que te permitió verte y celebrarte por todo lo que eres.

Esa revelación surgió de alguna parte. Querías cambiar, te enfrentaste a ti mismo y dedicaste tu corazón y tu mente a disolver las barreras que bloqueaban el camino para conectarte con tu luz interior.

Date el crédito que te mereces. Superar las voces, los miedos, las inseguridades, esa mierda no es fácil. El trabajo es riguroso, y entiendes que continúa mientras vivas.

La diferencia es que ahora ves lo que hay más allá y crees con toda tu alma que vale la pena cada pedacito de dolor, pena y trauma que abrazas a lo largo del viaje.

Al final, todo lo que tienes es a ti mismo. No te vas a dejar encoger para encajar en el casillero que el mundo te asigna. No hay caja, ningún contenedor lo suficientemente expansivo para contener la fuerza que posees.

Ignora a los incrédulos, silencia el ruido de aquellos que no pueden soportar ver a alguien sanar y camina hacia tu destino. Encuentra tu tribu. Estamos aquí esperándote para que vuelvas a casa.