Casi no hay espacio para sanar cuando una cosa tras otra te empuja bajo el agua. La vida amenaza con ahogarte, cuando todo lo que quieres ser es tu propia persona. Al final, te examinas a ti mismo; en tu mente, hay entumecimiento. En tu corazón, encuentras resiliencia, pero está siendo destrozada pieza por pieza.
Miras una pared en blanco como si fuera a mostrarte las respuestas, cuando ya sabes que las soluciones no están en pensar demasiado constantemente. Las mismas frases de autodestrucción se repiten una y otra vez como una cinta rota y, a veces, te preguntas: ¿cuál es mi propósito? ¿Por qué estoy siendo probado hasta el límite de mis límites solo para demostrarle algo a alguien? ¿O soy yo luchando contra mí mismo?
¿Solo estoy tratando de demostrarme a mí mismo que puedo lograrlo?
Yo soy esta persona
Me suplico a mí mismo todos los días que lo enfrentaré a través de las tormentas más feroces, las que dejan una cicatriz que no desaparece. Me prometo todas las noches que algún día sentiré una calma interior desde adentro, una calma en la que no tendré miedo de nadie ni de nada, incluidos mis propios miedos. No tendré que huir porque tengo miedo de que me lastimen de nuevo.
Para entonces, espero entender que no hay forma de resolver la pérdida, a menos que perdone.