Lo que comenzó como una desesperada búsqueda por parte de una familia en la zona de Los Pinos, Yacimientos, terminó en una tragedia que estremeció a todo el país. Fisher Rodrigo Gutiérrez, un adolescente de 14 años, fue hallado sin vida luego de semanas desaparecido. Las condiciones en las que fue encontrado apuntan a una de las hipótesis más estremecedoras: habría sido víctima de un ritual de santería.

El joven desapareció el 22 de marzo, luego de haber salido rumbo al tradicional Desfile de las Teas en la Plaza Avaroa. Era aproximadamente las 17:30 horas cuando fue visto por última vez. Desde entonces, su familia activó de inmediato la ficha de búsqueda con la Dirección Departamental de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC), mientras vecinos y compañeros se sumaban a las jornadas de búsqueda y protestas, exigiendo acción por parte de las autoridades.

Semanas más tarde, y sin grandes avances oficiales, fue la propia familia quien encontró el cuerpo sin vida de Fisher Rodrigo, en una zona cercana a La Quebrada, a orillas de un río. El cadáver se encontraba en avanzado estado de descomposición, lo que dificultó las labores de recuperación. Lo más impactante fue lo que hallaron junto a él: elementos que sugirieron que habría sido utilizado como “ofrenda” en un ritual satánico o de santería.

Según declaraciones del padre del menor, en el lugar se encontraron dos q’oas (mesas rituales andinas), “sullitos” (fetos de llama), un ala de gallina, hilo blanco, cigarros y otros objetos tradicionalmente vinculados con prácticas esotéricas y de invocación. La presencia de estos elementos reforzó la teoría de que Fisher fue secuestrado para ser parte de una ceremonia oculta que terminó con su vida.

“No fue la policía la que encontró a mi hijo. Fuimos nosotros. No nos ayudaron, no nos escucharon”, declaró con profunda indignación el padre de Fisher a medios locales.

Hasta ahora, no hay detenidos ni sospechosos identificados, lo que generó indignación entre los ciudadanos bolivianos, especialmente en la comunidad de Los Pinos. Las autoridades confirmaron que el crimen se relaciona con un ritual de tipo satánico o religioso, pero se mantienen herméticas sobre posibles líneas de investigación.

La familia continúa presionando por avances concretos en el caso, mientras numerosos colectivos de derechos humanos y organizaciones sociales se han pronunciado para exigir una investigación exhaustiva y sin encubrimientos.

El pasado 5 de mayo, familiares y amigos realizaron una misa de cuerpo presente antes de enterrar a Fisher en el cementerio local. En un ambiente de profundo dolor, el velorio se convirtió también en un acto de denuncia. Padres con hijos pequeños, vecinos y activistas acompañaron a la familia, algunos con pancartas que rezaban: “¡Fisher no murió, lo mataron!” y “La justicia no puede mirar a otro lado”.

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