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“Eran como niños, pero no humanos”: Abuelita desaparece 3 días y afirma que fue llevada por aluxes

02/05/2025 - Hace 12 horas en México

“Eran como niños, pero no humanos”: Abuelita desaparece 3 días y afirma que fue llevada por aluxes

Tendencias | 02/05/2025 - Hace 12 horas
“Eran como niños, pero no humanos”: Abuelita desaparece 3 días y afirma que fue llevada por aluxes

Lo que parecía una desaparición más en la espesura de la selva yucateca, se convirtió en una historia que dejó a toda una comunidad entre el asombro, el misterio y la devoción por las tradiciones ancestrales. Doña Teodora, una mujer de la tercera edad, estuvo perdida durante casi tres días en los montes de Chichimilá. A su regreso, contó algo que ha estremecido a propios y extraños: asegura que fue llevada por los aluxes, seres mitológicos de la cultura maya.

Todo comenzó cuando la señora Teodora salió a caminar por los alrededores de su comunidad, como solía hacerlo. Sin embargo, al caer la tarde y no regresar, su familia dio la voz de alarma. Vecinos, voluntarios y autoridades locales se unieron a la búsqueda, patrullando senderos, cenotes y claros del monte. Nadie comprendía cómo una mujer mayor podía desaparecer sin dejar rastro.

Durante dos noches y tres días, la incertidumbre mantuvo en vilo a la población. Hasta que, milagrosamente, elementos de la Policía Municipal la encontraron sentada bajo un árbol, deshidratada, pero consciente, cerca de un sendero que ya había sido revisado sin éxito en días anteriores. Su recuperación fue rápida, y ya en casa, Doña Teodora sorprendió a todos con su relato.

“Escuché que me llamaban. Eran voces conocidas, como la de mis hijos, mis nietos. Caminé tras ellas pensando que estaban cerca, pero nunca los encontré”, narró la mujer con voz temblorosa. “En su lugar vi unas figuras pequeñas, se escondían entre los árboles y se reían. Eran como niños… pero no eran humanos”.

Según relató, las figuras la guiaron a un sitio donde el tiempo parecía haberse detenido. No tenía hambre ni sueño, solo una extraña paz. “Me daban agüita de las hojas, y me decían que pronto podía volver. No sentí miedo. Solo ahora entiendo que no eran personas”.

El testimonio fue difundido a través de la página “Relatos Aluxinantes”, donde los administradores afirmaron que el caso de Doña Teodora es un claro ejemplo de un encuentro con los aluxes, legendarios protectores mayas del monte.

Los aluxo'ob, en plural maya, son seres sobrenaturales presentes en la mitología de la península de Yucatán. Según la tradición, son pequeños, con características similares a las humanas, pero con habilidades mágicas. Se dice que habitan en cuevas, ruinas, montes y grutas, protegiendo la naturaleza de los intrusos y premiando a quienes la respetan.

Los ancianos de las comunidades mayas aseguran que los aluxes pueden hacerse visibles solo si lo desean, y que suelen ser traviesos, pero también sabios y guardianes. Algunos campesinos incluso les hacen ofrendas antes de sembrar, pidiéndoles permiso para trabajar la tierra.

La leyenda también sostiene que si se rompe un pacto con ellos o se invade su espacio sin autorización, los aluxes pueden provocar enfermedades, extravíos o accidentes.

La historia de Doña Teodora reavivó el respeto y temor por estas antiguas creencias en la comunidad. Algunos afirman que su desaparición fue simplemente una confusión provocada por la desorientación, pero otros están convencidos de que vivió una experiencia espiritual con los guardianes del monte.

“Estas cosas no se pueden explicar con lógica. El monte es sagrado. Los aluxes existen, pero solo se muestran a quienes eligen”, dijo don Jacinto, un campesino local que asegura haberlos sentido más de una vez durante sus faenas.

Mientras tanto, la familia de Doña Teodora agradece que haya regresado sana y salva. Ellos no descartan la versión mágica de los hechos, pues, aseguran, la abuela está más lúcida que nunca y ha recuperado fuerzas rápidamente. “Quizás los aluxes no se la llevaron para hacerle daño, sino para protegerla”, dicen entre susurros.

Historias como esta alimentan el espíritu mágico del sureste mexicano, donde la línea entre la realidad y lo sobrenatural parece difuminarse entre ceibas, cenotes y cantos de chachalacas. Lo cierto es que, en Chichimilá, muchos ahora miran al monte con otros ojos. Y Doña Teodora, con una mirada serena, afirma: “Yo sé lo que vi. Eran como niños… pero no eran humanos”.

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ivonneensiso

Comunicóloga apasionada, editora y reportera.

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