La historia de Frank Tavares, un dominicano que vivió durante más de dos décadas bajo el nombre de Sor Margarita en dos conventos de la capital, parece sacada de una novela de realismo mágico. Pero no es ficción: se trata de una historia real que mezcla confusión de identidad, represión, amor prohibido… y un escándalo eclesiástico que salió a la luz gracias al reciente libro La monja desvestida.

Frank Tavares perdió a sus padres en un trágico accidente de tránsito cuando apenas tenía cuatro años. Sin recursos para cuidarlo, sus abuelos lo entregaron al cuidado de un convento en Santo Domingo. Fue allí donde comenzó la historia que hoy impacta a la opinión pública: las religiosas, aparentemente confundidas por sus genitales, asumieron que era una niña. Desde entonces, criaron al niño como una de las suyas, bajo el nombre de Sor Margarita.

Criado en fe y silencio

Desde su infancia, Tavares adoptó completamente la identidad que le impusieron. Participaba en las rutinas religiosas, las oraciones diarias, la vida comunitaria del convento. Nunca cuestionó su condición, pues no conocía otra realidad. Incluso durante la adolescencia, cuando su cuerpo comenzó a desarrollarse de forma distinta, atribuyó las diferencias a lo que creía eran “peculiaridades” de su ser.

Pero con el tiempo, la atracción que empezó a sentir por otras mujeres lo llevó a buscar respuestas. Consultó a un médico fuera del convento, y fue entonces cuando la verdad lo golpeó: biológicamente era un hombre. “No lo podía creer. Toda mi vida pensé que era una mujer”, confensó en su libro. Aun así, decidió ocultar la verdad para no ser expulsado. Fingía la menstruación y usaba ropa interior femenina adaptada, según narró.

El amor que lo cambió todo

El silencio se mantuvo durante años, hasta que los rumores comenzaron a circular dentro del convento. Varias monjas empezaron a sospechar y, para complicar más las cosas, Sor Margarita se enamoró de una de sus compañeras. La relación fue descubierta por la superiora, quien no dudó en expulsarlo del convento al confirmar que era hombre.

Pero la historia no terminó ahí.

Tavares, determinado a mantener su estilo de vida monástico, logró ingresar a otro convento, donde conoció a Silvia, una joven monja con quien inició una relación amorosa aún más profunda. “Ella fue el amor de mi vida”, afirmó. En 1979, el vínculo fue nuevamente descubierto. Pero esta vez, el escándalo fue mayor: Silvia le había confesado que estaba embarazada.

Ese fue el punto final de su vida religiosa. Frank fue expulsado, Silvia desapareció de su vida y nunca volvió a saber de ella ni del posible hijo que pudo haber tenido. A partir de entonces, Tavares vivió de la costura y guardó su historia por más de cuatro décadas.

El libro que revela el secreto

En su obra autobiográfica La monja desvestida, Frank Tavares cuenta en detalle su experiencia: desde la confusión de identidad en su infancia hasta la pasión prohibida dentro de los muros conventuales. El libro ha generado debate en redes sociales, no solo por la historia en sí, sino por los temas de género, fe y represión que toca.

Aunque muchos mostraron empatía por la situación de Tavares, otros cuestionan a las instituciones religiosas por su rol en el caso. ¿Cómo es posible que durante 22 años nadie se percatara de su verdadera identidad? ¿Qué responsabilidad tienen quienes lo criaron en esa realidad alterna? ¿Y qué fue de Silvia y del hijo que quizá nunca conoció?

Hoy, Tavares vive una vida sencilla, alejada de los hábitos y los muros del convento. Pero su testimonio sigue resonando, y muchos esperan que su historia ayude a prevenir errores similares en el futuro. Porque, a veces, la verdad más insólita no necesita ficción… solo tiempo para ser contada.

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