Una historia impactante de valentía, inteligencia emocional y supervivencia salió a la luz desde Santa Fe, Argentina, donde una mujer de 56 años logró evitar ser víctima de abuso sexual dentro de su propia casa utilizando medios tan insólitos como un plato de comida, un cigarro y una serie de televisión.

La protagonista de esta historia es Marisa Escobar, quien fue sorprendida en la madrugada por un joven de 27 años que había entrado a su vivienda luego de haber cometido un robo en un domicilio cercano. El sujeto, que huía de la policía, irrumpió por una ventana justo en el momento en que Marisa pasaba por ahí, cayendo sobre ella para inmovilizarla y amenazarla con matarla si pedía ayuda.

En una escena digna de una película, el agresor intentó besarla mientras la tenía sujeta, pero Marisa, lejos de caer en pánico, mantuvo la calma y apeló a la humanidad de su atacante. Con firmeza le dijo: “¿No tienes madre o hermana? ¿Qué dirían si te vieran haciendo esto? Detente, no me violes, puedo ser tu madre”.

Sus palabras provocaron una pausa en el comportamiento del joven, quien comenzó a ceder ante los cuestionamientos. Fue entonces cuando reveló que su madre sufría leucemia y que robaba por necesidad. Marisa no soltó ese hilo de empatía y siguió hablando con él, haciéndolo reflexionar sobre las consecuencias de sus actos y el daño irreparable que estaba a punto de cometer.

Una vez que el agresor desistió de atacarla, Marisa le ofreció comida, bebida y hasta un cigarro. “Estaba muy sediento y hambriento”, relató después. En un acto de astucia, encendió el televisor y puso la serie El Eternauta en Netflix para calmar aún más al joven, quien, tras ingerir algo de comida, comenzó a relajarse y eventualmente se quedó dormido.

Fue en ese momento cuando Marisa tuvo que tomar una difícil decisión: llamar a la policía y arriesgarse a que él despertara violento, o seguir ganándose su confianza y sacarlo de casa para entregarlo discretamente. Optó por lo segundo.

Con serenidad, convenció al joven de que necesitaba atención médica y que podían caminar juntos hacia un consultorio. Ya en la calle, aprovechó el primer momento en que se cruzaron con un policía y, con señas disimuladas, alertó a las autoridades, quienes inmediatamente procedieron a detener al agresor sin que él pudiera reaccionar.

El caso de Marisa Escobar dio la vuelta al mundo como un ejemplo de templanza ante el peligro y de cómo la empatía, combinada con inteligencia, puede ser un recurso de defensa poderoso en una situación extrema.

Las autoridades argentinas ya se encuentran investigando a fondo el caso, mientras que el joven detenido enfrenta cargos por allanamiento y tentativa de abuso. En tanto, cientos de usuarios en redes sociales elogiaron la actitud de Marisa, considerándola una mujer extraordinaria por haber manejado con tanta humanidad y frialdad una situación que para muchos sería impensable.

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