Una espeluznante investigación en Gloucester Township, Nueva Jersey, terminó con la detención de Brenda Spencer (38) y Branndon Mosley (41), acusados de mantener cautiva a una menor de edad durante siete años en condiciones inhumanas. Según la Fiscalía del condado de Camden, la adolescente retirada de la escuela bajo la excusa de recibir educación en casa fue obligada a vivir en una jaula para perros, y luego encadenada en un baño, hasta que logró escapar y denunciar los hechos el pasado 8 de mayo.

El 10 de mayo, una vecina alertó a las autoridades tras escuchar los gritos desesperados de una joven que había logrado huir de la residencia. La víctima, ahora de 18 años, relató que, desde los 11 años, fue forzada por Spencer y Mosley a abandonar la escuela y, durante el primer año de cautiverio, vivió en una jaula metálica diseñada para canes, con apenas salidas ocasionales al exterior.

Posteriormente, sin recibir educación formal ni supervisión médica, la menor fue trasladada a un baño de la casa, donde permanecía encadenada a un grifo. Solo le permitían salir brevemente cuando “había visitas”; en otras ocasiones la confinaban en una habitación vacía con un cubo para sus necesidades básicas.

Al inspeccionar la propiedad, los agentes comprobaron:

• Jaula canina de más de un metro de alto en el salón principal.
• Cadenas y candados fijados al suelo del baño.
• Sistema de alarmas instalado por los acusados para detectar intentos de fuga.
• Numerosos animales hacinados en jaulas similares.
• Una segunda menor, de 13 años, también retirada de la escuela y presuntamente confinada.

Las autoridades describieron el entorno como “repudiable y peligroso”, con rastros de deshidratación y falta de higiene tanto en la víctima como en los animales.

Cargos contra la pareja

Spencer y Mosley enfrentan una batería de acusaciones:

• Secuestro y conspiración para cometer secuestro.
• Agresión agravada.
• Negligencia y poner en peligro el bienestar de un menor.
• Abuso sexual (solo Mosley, empleado del sistema de trenes SEPTA).

De ser encontrados culpables, podrían recibir décadas de prisión, especialmente por la gravedad y prolongación del abuso.

Expertos consultados por la Fiscalía coinciden en que el aislamiento, la privación de libertad y la explotación de una menor indican trastornos de personalidad en los victimarios y un patrón sistemático de control. El uso de jaulas y cadenas remite a dinámicas de sometimiento extremo, mientras que la excusa de la “educación en casa” encubrió el maltrato ante vecinos y autoridades.

La adolescente permanece bajo cuidado de servicios sociales, recibiendo asistencia médica y psicológica. La Fiscalía del condado de Camden continúa recolectando pruebas—entre ellas las declaraciones de la segunda menor—y prepara las audiencias preliminares, donde se definirá si Spencer y Mosley quedan bajo prisión preventiva hasta el juicio.

Este terrible caso puso de manifiesto la vulnerabilidad de menores en situaciones de confinamiento y la necesidad de un vigilancia activa por parte de autoridades y vecinos. Mientras tanto, la sociedad espera justicia para una joven cuyo calvario, finalmente, ha salido a la luz.