Cada año, al llegar el 6 de enero, las familias mexicanas se reúnen para disfrutar de la tradicional Rosca de Reyes, un pan ovalado adornado con frutas cristalizadas que marca la llegada de los Reyes Magos: Melchor, Gaspar y Baltasar.

Esta festividad no solo representa un momento de alegría y convivencia, sino que también tiene un profundo significado religioso e histórico que involucra una tradición vinculada al Niño Dios.

Al partir la rosca, los participantes buscan con ansias encontrar un pequeño muñeco oculto en su interior, que simboliza al Niño Jesús.

Quien tenga la suerte de descubrirlo, se convierte en el encargado de organizar una celebración con tamales el 2 de febrero, Día de la Candelaria, en honor al Niño Dios.

Detrás de esta hermosa tradición se esconde una historia oscura y sangrienta de la historia bíblica: la persecución del rey Herodes, quien temía que el nacimiento del Niño Jesús lo despojara de su trono.

La Matanza de los Inocentes, como se conoce este terrible episodio, llevó a María, José y Jesús a huir a Egipto para proteger al niño de la furia de Herodes.

A pesar de las dudas históricas sobre la veracidad de la Matanza de los Inocentes, el relato bíblico ha perdurado en la memoria colectiva como parte esencial de la narrativa cristiana.

La conexión entre encontrar al Niño Jesús en la Rosca de Reyes y la celebración del Día de la Candelaria refleja la importancia de proteger y honrar al mesías recién nacido.

El 2 de febrero, Día de la Candelaria, se celebra la presentación de Jesús en el templo y la purificación de la Virgen María.

En esta fecha especial, las familias mexicanas se reúnen para degustar tamales, un platillo tradicional que mezcla las costumbres religiosas con influencias prehispánicas.

Los tamales, ofrendas ancestrales de fertilidad y prosperidad, son una muestra de cómo las tradiciones religiosas y culturales se entrelazan y evolucionan a lo largo del tiempo.

Además del compromiso de organizar la fiesta del Día de la Candelaria, el muñeco encontrado en la Rosca de Reyes se considera un amuleto de bendiciones para la familia.

Aquellos a quienes les toca cuidarlo hasta la celebración del 2 de febrero buscan atraer la protección divina y cumplir con el simbolismo de proteger al Niño Jesús.

La Rosca de Reyes no es solo un pan dulce, sino un símbolo de fe, tradición y unidad familiar que perdura en el corazón de los mexicanos.

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