Por: Primitivo Ríos

A dos años de la administración de Jorge Salum del Palacio, ha sido ya uno de los peores gobiernos que ha tenido el municipio de Durango en toda su historia: un Gobierno fallido, autoritario y excluyente, que le mintió y no le cumplió a Durango.

Actualmente, el Ayuntamiento cuenta con un presupuesto anual superior a los dos mil 363 millones de pesos (MDP), que no se ve dónde se invierten y donde casi la mitad, mil 105 MDP se destina a la abultada nómina del aparato burocrático, empezando por el alcalde y sus altos funcionarios, quienes se negaron a reducirse su insultante sueldo ante la propuesta presentada por los regidores del Partido del Trabajo (PT), quienes sí acudimos quincenalmente desde el inicio de nuestro encargo, a devolver el 30 por ciento nuestro salario percibido.

Además de la deuda pública municipal que ha ido incrementando, los conceptos de multas e infracciones que han levantado los policías y tránsitos municipales, splo en lo que va del presente año, al cierre del mes de junio, por concepto de multas los duranguenses le han pagado al Gobierno de Salum, 37.9 millones de pesos, ello sin contemplar las escandalosas cifras que se van en mordidas y descarados latrocinios que cometen los agentes policiacos y de vialidad, amén de las recurrentes violaciones a los Derechos Humanos que cometen con sus actuaciones y detenciones arbitrarias.

Del concepto de expedición de licencias para la venta de alcohol, otro de los jugosos negocios recaudatorios del gobierno municipal, sólo en el primer semestre del 2021 se han expedido licencias por las que han ingresado a las arcas municipales de manera formal un millón 77 mil pesos.

Esto no es gobernar, es tomar por asalto la función pública de primer contacto que tiene el ciudadano como lo es el Gobierno Municipal, ya que lamentablemente Durango está ajeno al proceso de transformación que vive el país. Transitar hacia la transformación de Durango es inevitable y de elemental necesidad para el beneficio de los duranguenses y poder superar así estos oprobiosos gobiernos.

La decisión está en los ciudadanos y serán ellos quienes decidan si se siguen tolerando gobiernos “prianistas” corruptos y autoritarios, o transitamos a gobiernos que no toleren la corrupción ni la impunidad, y junto al pueblo promuevan el bienestar con justicia y humanidad.