A «Pancho Villa» le cerraron la puerta de su casa
Por: Gilberto Jiménez Carrillo
Con motivo del 110 aniversario de la Revolución Mexicana, la Presidencia de la Republica y la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), montaron una puesta en escena realizada en el Monumento a la Revolución, destacando el uso de vistosos y originales cubrebocas con bigotes que representaron a Francisco I. Madero, Francisco Villa y Porfirio Díaz. Con cubrebocas y sana distancia, en la ceremonia presidida por el Presidente de la República y su señora esposa, se recrearon algunos de los personajes emblemáticos del movimiento armado, entre los cuales no podía faltar la figura de Francisco Villa. Nos dio mucho gusto ver en las noticias a nivel nacional del viernes 20 de noviembre y en el periódico Reforma, como el Francisco Villa de Durango, caracterizado por Rafael Celestino, una vez más fue tomado en cuenta para participar en este tipo de eventos, y es que nada menos el pasado mes de febrero intervino en la recreación de La Marcha de la Lealtad, acto cívico que también encabezó el presidente López Obrador, que por cierto, personalmente saludó y felicitó a Rafael Celestino por su apasionada intervención.
La magistral interpretación que sobre Pancho Villa realiza Celestino Adame, se ha convertido en un atractivo turístico y cultural dentro y fuera de Durango. Funcionarios de la dirección de turismo municipal y la secretaría de Turismo del Estado, así como de la Décima Zona Militar, que con frecuencia solicitan los servicios de Doroteo Arango para que represente a Durango en diversos eventos.
Resulta atractivo conocerlo no solo por su indumentaria, además monta a caballo y lo hace reparar, consiguiendo con ello impresionantes fotografías que los visitantes admiran. Un importante número de visitantes acudía al museo Francisco Villa para conocer y tomarse fotografías con “Pancho Villa”, pero resulta que se le venció el contrato al general y los que le pagaban tienen casi un año sin renovárselo, alegando como excusa mil pretextos absurdos.
Los que deciden su contratación, le dijeron que tenía que darse de alta como proveedor, traer facturas, contratar un contador y esperar dos meses a que le pagaran. Después le salieron que tenía que cubrir un horario de 10 horas diarias y si por alguna razón era solicitado para cubrir un evento fuera del museo, debía solicitar permiso con 10 copias y 15 días de anticipación. El caso es que, a pesar de la terrible burocracia y falta de voluntad, “Pancho Villa” seguía acudiendo a su museo para de perdido, ganarse las propinas que los visitantes le proporcionaban.
Fiel a su espíritu combativo, Rafael Celestino aportaba los requisitos que le pedían para hacerle el favor de darle trabajo, solo que el siguiente pedimento fue la cartilla de vacunación del caballo y una carta de recomendación del mismísimo Doroteo Arango, por lo que Rafael de plano desistió de su propósito y tuvo que irse de su propia casa, cuando inexplicablemente los que se niegan a darle trabajo, recientemente han contratado a por lo menos seis personas a las que únicamente les piden identificación, acta de nacimiento y comprobante de domicilio. Cada vez que “Pancho Villa” sale de Durango, representa dignamente a nuestro estado y aprovecha la ocasión para invitar a sus anfitriones a conocer esta tierra sagrada y bendita, solo que al museo los visitantes ya no vienen, pues “Pancho Villa” ya no vive aquí, lo echaron de su casa y no tienen para cuando abrirle la puerta.
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