Por: Gilberto Jiménez Carrillo

La filosofía surgió en Grecia en el siglo VI antes de Cristo, como un ejercicio de la razón humana y del deseo de obtener conocimiento y sabiduría. Denominada como “la madre de todas las ciencias”, cultiva el asombro, rechaza opiniones falsas y busca el costado crítico de las relaciones y situaciones trascendentales del hombre y del universo.

Una ciudad como la nuestra, con tanta tradición cultural y artística, pletórica de escritores, poetas, novelistas, pintores, escultores, intelectuales e historiadores, debe de contar con una universidad pública que ofrezca la licenciatura en filosofía. Durante décadas, este ha sido el sentir de muchos duranguenses, que por no existir la carrera, también durante décadas tuvieron que irse a otras ciudades a estudiar esta disciplina y en consecuencia, compartir sus conocimientos en otra parte, menos en Durango. Pasaron varios rectorados y a todos ellos se les planteó la necesidad de que la Universidad Juárez del Estado de Durango (UJED) instaurara la licenciatura en filosofía.

Tal planteamiento se convirtió en una necesidad, luego en una necedad y terminó siendo un sueño de los llamados guajiros, expresión que se utiliza cuando se presenta algo que es difícil o imposible de conseguir, por ejemplo sacarse el premio mayor de la lotería, obtener un empleo que requiere una preparación que no se tiene, conseguirse un novio o una novia que pertenece a una clase social elevada, sacar buenas calificaciones en un examen de una materia que no dominamos, concretar un negocio que nos deje utilidades muy elevadas o el sueño guajiro de muchos mexicanos, que algún día la selección nacional de futbol obtenga el campeonato mundial de ese deporte.

Desde su campaña y ya como rector, el maestro Rubén Solís Ríos se comprometió a que la UJED se convirtiera en una institución de calidad y progresista. Dichos ofrecimientos no quedaron en promesas, en lo va de su administración, la Universidad Juárez es otra y el alma máter ha recobrado su orgullo, después de ocho miserables años de haber perdido el rumbo.

A partir de febrero del año próximo, los jóvenes y los no tan jóvenes de Durango, podrán estudiar la licenciatura en filosofía. De este anuncio surge la pregunta obligada ya que, si en la UJED existe una crisis financiera, entonces cómo se plantea crear una nueva carrera profesional. No hay de que alarmarse, pues con los mismos gastos operativos y sin aumentar la plantilla de maestros, se le dará inicio a este sueño, y es que ahora más que nunca hay que cuidar las finanzas y predicar con el ejemplo.

Otra pregunta sería por qué estudiar filosofía como carrera universitaria. ¿Dios existe?, ¿Hay vida después de la muerte?,¿Qué es real y que no? Este tipo de preguntas son típicos cuestionamientos filosóficos que ocupan la mente de los más curiosos y deseosos de sabiduría. Todos los seres humanos desean por naturaleza saber. El filósofo es aquel que no ha perdido esa capacidad de asombro y aún se cuestiona lo que para otros es lo «normal». El filósofo quiere saber porque es curioso, porque experimenta placer en saber y porque aspira a un sentido racional en su comprensión del mundo y de la vida. Para eso sirve la filosofía, para ser humanos y para atreverse a pensar. Hacer realidad un sueño no debe ser fácil y el rector de la UJED lo ha conseguido, y seguramente como ese vendrán otros.

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