Por: Gilberto Jiménez Carrillo

La serie histórico-periodística “El encanto del águila” tuvo una gran acogida en la televisión mexicana a finales de 2011 y fue realizada con motivo del centenario de la Revolución Mexicana. Se estrenó el 15 de noviembre a las diez de la noche por el canal 2 de televisa. Fueron 13 los capítulos de la serie y la producción ejecutiva estuvo a cargo de Bernardo Gómez y Leopoldo Gómez, quienes a la postre se convirtieron en ganadores del premio internacional de periodismo Rey de España, en la categoría de televisión. Pues resulta que esta serie de televisión tuvo la asesoría histórica del pendejo y charlatán de Héctor Aguilar Camín.

A continuación, relataré porque me expreso de esa manera del seudo historiador Aguilar Camín. El capítulo 12 de dicha serie se llamó: La Imposición del Caudillo; inicia cuando el periodista Regino Hernández Llergo acude al municipio de Ocampo a entrevistar a Francisco Villa, solo que en pantalla aparece un garrafal error que autorizó el pendejo de Aguilar Camín. Dice Hacienda El Canutillo, Chihuahua. Este lugar donde Pancho Villa vivió los últimos tres años de su vida se encuentra en el municipio de Ocampo, al norte del estado de Durango, a 75 kilómetros de Parral.

En aquel tiempo, el que esto escribe se desempeñaba como asesor de un diputado local de la LXV legislatura originario de Las Nieves, población que se encuentra a escasos diez minutos de distancia de Canutillo y no del Canutillo como avala el pendejo de Aguilar Camín. Se presentó un punto de acuerdo en el Congreso Local, exhortando a televisa a que púbicamente aclarara el error histórico, pues eso iba en detrimento de la identidad y sentido de pertenencia duranguense, pues los visitantes iban a ir a Chihuahua a visitar la última morada de Villa, cuando Canutillo se encuentra en territorio de Durango. En ese capítulo, el pendejo de Aguilar Camin avaló que Villa dijera que la hacienda se la había regalado Adolfo de la Huerta, lo cual es falso, pues el general la compró en 635 mil pesos oro, nadie le regaló nada.

Personalmente acudí a las oficinas de Aguilar Camín en la ciudad de México para entregarle una copia del punto de acuerdo que había planteado el Congreso del estado de Durango, me recibió su tocayo Héctor de Mauleon, que al enterarse del asunto que me ocupaba, de inmediato me hizo mala cara, se molestó y no me quiso recibir el documento alegando que el maestro Aguilar Camín no era ningún pendejo como para avalar tan garrafales errores históricos, sobre todo el referente a la hacienda de Canutillo. Mi respuesta fue que solamente requeríamos una nota aclaratoria donde el charlatán de Aguilar Camín, públicamente dejara en claro la imprecisión histórica. La respuesta de Mauleon fue: “Haga, lo que quiera, con nosotros no cuente”.

Lamentablemente los pusilánimes diputados de Durango decidieron no moverle al asunto. Un charlatán, en su acepción de embaucador, es aquel que con su discurso persigue la venta, muchas veces fraudulenta, de algún tipo de producto, remedio, elixir, ideología, etc. Es el caso de Aguilar Camín, un charlatán que se hace pasar por historiador y le hizo creer a su compadre Leopoldo Gómez que se la sabia de todas, todas. Pero además de charlatán, es pendejo y soberbio, pues se negó a reconocer su error, y por haber avalado que la hacienda de Canutillo se encuentra en Chihuahua, Héctor Aguilar Camín se ha hecho merecedor a dos medallas…una por pendejo y la otra por si se le pierde.

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