Por: Eduardo Serrano

La visita del presidente Andrés Manuel López Obrador a Gómez Palacio, Durango, ha generado un sinfín de reacciones, pero todas en torno a dos temas: La forma en que el gobernador José Aispuro Torres encaró a quienes lo abuchearon, y la consulta a mano alzada que derivó en la cancelación de la obra del metrobús, lo cual viene a darle un serio revés al proyecto de modernización del transporte público y de movilidad, tan necesario en el área metropolitana de la Comarca Lagunera, despertando la incertidumbre entre los distintos sectores que observan la fragilidad con la que se soporta el desarrollo del país, que lejos de tener trazos definidos, pareciera que sólo es un dibujo así, a mano alzada, en la mente de un personaje que, al no gustarle esos “dibujitos”, arruga el papel y lo hace bola para luego patearlo, tirándolo al cesto de la basura, algo que en el Ambiente Político es absolutamente inaceptable.

Aquellos que azuzan al retroceso, tarde o temprano sufrirán las consecuencias de sus caprichos, pues los efectos de una mala decisión les rebotará a sus autores, es decir, a la alcaldesa electa Marina Vitela y con ella a todos los gomezpalatinos. El propio gobernador Aispuro señaló en una entrevista con el periodista Ciro Gómez Leyva, que se tenía plenamente identificado que las manifestaciones en su contra y la caída del proyecto del metrobús fueron orquestadas por la morenista, quien no tiene ni la más mínima idea de lo que implica restarle el valor de desarrollo que demanda la Comarca  Lagunera, aunque todo haya parecido un canje con el equipamiento del Hospital de Altas Especialidades y las obras hidráulicas que les “catafixeó” el presidente, luego del resultado de la mentada consulta.

Los abucheos a los gobernadores han sido un mecanismo sistemático en cada evento del Presidente, con el que los “acarreados” son destinados a realizar acciones con las que pretenden demostrar, por un lado, el repudio al mandatario estatal que funge como anfitrión y por el otro, el “cariño” al pastor de la «Cuarta Transformación», sin considerar el efecto colateral que implica, desde una mayor animadversión a las decisiones del presidente de la República, hasta la nula certeza de que se podrán conseguir los objetivos de desarrollo trazados para la entidad, puesto que, por muy bien diseñados que estén, por muy bien justificados que sean, por muy bien integrados que parezcan, o por muchas personas que sean beneficiadas, no habrá proyecto alguno que pueda resistir los embates de una consulta a mano alzada, en un evento público en el que “a domicilio” y delante del “pueblo sabio”, se determine por el omnipotente mandatario, qué sí y qué no, es lo bueno para todos, como si se tratara de una sentencia sexenal.

Gobernar al país y dibujar su futuro con trazos a mano alzada, con consultas viscerales, resulta altamente riesgoso para los mexicanos, quienes vemos una notoria división provocada descaradamente. Por eso, tras el abucheo que le armaron a Aispuro Torres en Gómez Palacio, la asamblea de gobernadores advirtió que no admitirá que las giras presidenciales sigan siendo eventos de campaña y de manipulación del tabasqueño, por lo que exigió absoluto respeto, o de lo contrario actuarán en consecuencia, pues ya es tiempo que se haga un firme llamado a un pacto de civilidad política en México para detener esa inercia de confrontación, empezando por el Presidente, porque si esa advertencia llega a oídos sordos en Palacio Nacional, seguramente en el próximo evento de esta naturaleza se replicará el mismo “modus operandi” de los provocadores, y no sería descabellado pensar que también el mandatario anfitrión, sabiendo de antemano que se corre el riesgo de una consulta a mano alzada como la del Mmetrobús, haga uso legítimo de su derecho a disentir y le aplique a los provocadores una respuesta similar a la que les aplicó Aispuro.