Por: Eduardo Serrano

Si entre los miembros de un mismo partido es difícil ponerse de acuerdo, imagínese usted el trabajo que cuesta construir acuerdos sólidos entre grupos parlamentarios diversos. La diferencia estriba, quizás, en privilegiar el interés ciudadano por encima de los objetivos particulares. Tal vez existen dentro de la clase política algunos elementos que han entendido que al hacer suyas las demandas sociales, en automático avanzan en su proyección personal. La Agenda Legislativa Común que presentaron las y los diputados del Congreso del Estado es digna del análisis en sus ejes temáticos y en la forma en la que se generó. No se trata de obviar las tareas de los legisladores o de señalar que simplemente están “haciendo su chamba”, sino de entender que el objetivo de todos, si verdaderamente es “de todos”, puede unir a quienes toman las decisiones en el Ambiente Político, al margen de su origen partidista, de sus filias y de sus fobias, pues en ello, podría estar la clave de lo que vendrá para Durango en los próximos años.

Los coordinadores de los grupos parlamentarios debieron debatir, en su momento, el contenido de los ejes temáticos del proyecto de la agenda de la LXVIII Legislatura. Previamente, de seguro, hubo discusiones al interior de esas fuerzas políticas, sin embargo hubo resultados. Pablo César Aguilar logró el consenso con sus compañeros de Morena, Rigo Quiñónez hizo lo propio con los petistas, Carlos Maturino unificó a los blanquiazules, Gerardo Villarreal, el único representante del Partido Verde, se unió al llamado, pues ha sabido darle un peso específico a su posición, y finalmente, Esteban Villegas, quien primero generó un solo proyecto en el PRI y lo tradujo en un mismo objetivo ante sus compañeras y compañeros de Legislatura como presidente de la Junta de Coordinación Política, lo cual efectivamente se dicta en la Ley Orgánica, pero es innegable que, ante la pluralidad evidente en el Congreso del Estado, poner de acuerdo a los 25 tiene un carácter histórico.

Los 11 ejes temáticos en los que derivó el acuerdo de unidad legislativa, que dicho sea de paso, no son restrictivos, puesto que están abiertos a la coyuntura que demanden las exigencias diarias de la sociedad, resumen por sí mismos el objetivo de la agenda común, ya que deberán promover las reformas necesarias para adaptar los principios del Parlamento Abierto que permita una mejor interacción con la ciudadanía, lo cual tiene que ver con la “Administración Pública y la modernización institucional”. Además, buscarán reorientar los presupuestos públicos que actualmente se asignan y se ejercen con opacidad, en lo que respecta al “Impulso democrático”; pero también pondrán énfasis en la “Participación Ciudadana”, legislando en materia de revocación de mandato, flexibilización de requisitos para plebiscito, referéndum e iniciativa popular.

La Agenda Legislativa Común contempla reformas en materia de educación; derechos humanos y equidad; impulso al crecimiento económico; atención prioritaria en temas relacionados con el medio ambiente y el campo, así como la erradicación de la corrupción y el abordaje de temas de agenda social. Sin embargo, estos acuerdos que han unido a diputadas y diputados no pueden quedarse en “las cuatro paredes” -metafóricamente hablando- del Congreso del Estado; es fundamental que trasciendan como parte de una cultura que se debe crear en los duranguenses en el ámbito empresarial y social, así como en el político. Es en los acuerdos que unen, donde se logra un resultado único por lógico que parezca, pues se evita la dispersión que sólo reparte culpas. Una última reflexión, no olvidemos que si a los 25 que se pusieron de acuerdo, les resulta favorecedor este objetivo común, será la ciudadanía la que determine a quién o a quiénes les otorgará tarde o temprano la confianza para responsabilidades mayores.