Por: Eduardo Serrano

Los actores políticos siempre buscarán acomodarse de la mejor manera, y eso será más notorio cuando se encuentren inmersos en un proceso electoral; es parte de la naturaleza humana y del interés personal de quienes se mueven en el Ambiente Político. Para unos, cambiarse de “camiseta” es alta traición, para otros es “servir” desde una nueva trinchera. Lo curioso del caso, es que podemos ver a expriistas convertidos en panistas, morenistas, perredistas; verlos como connotados militantes del Verde o del Partido Duranguense, o al frente del Movimiento Ciudadano, como ha sido el caso reciente de Óscar García Barrón, y todavía hay quienes se rasgan las vestiduras, o también se sorprenden con la especulación acerca de la permanencia o no de Gustavo Lugo en el PRI, lo cual ha sido motivo de análisis, más allá de las causas que lo mantienen en la escena, pues la lucha de identidad partidista, es igual de importante que la que se libra por aquellos que defienden su vocación política.

La migración de las filas de un partido a otro también la han sufrido Acción Nacional, y no se diga el PRD, pues la batalla ideológica y doctrinal, para muchos ha quedado superada por el pragmatismo, un término que forma parte de la esencia del político.

Hasta hay quienes señalan que el nuevo PRI será el MC, como en su momento lo fue con Morena; lo cierto es que el PRI y todos los partidos se quedan iguales, pues, aunque cambian los militantes, la clase política es la misma. Sin embargo, hay personajes que cargan con un lastre mayor que el del resto de sus excompañeros, de ahí que les cueste más esfuerzo quitarse los adjetivos de “expriistas” o “expanistas”, ya que su crecimiento personal lo lograron a partir de la proyección que se les brindó en su anterior casa política, como Iván Gurrola a quien sus adversarios -internos y externos- le recuerdan de forma despectiva su paso por el tricolor.

La unidad en cada partido está sujeta a la oferta y la demanda del mercado político de los procesos electorales. Redes Sociales Progresistas, con Hugo Rosales Badillo, por ejemplo, sonaba muy rentable para varios de los que saboreaban la posibilidad de una candidatura, pero al negárseles el registro, a esos mismos animosos, les brotó el “amor por la camiseta” que iban a desechar, como por arte de magia. Otro caso es el del Partido Encuentro Solidario -antes Encuentro Social-, que al recuperar el registro, recuperó además la posibilidad de fichar perfiles para que le entren a las elecciones, pero inevitablemente, en el proceso de reclutamiento voltearán a ver a la misma clase política donde haya cuadros desaprovechados y resentidos, para convertirlos en la competencia de su casa anterior; no para formar nuevas ofertas, ni para ampliar el abanico del círculo rojo, o para ver “caras nuevas” como pomposamente lo dicen, será únicamente para conseguir el objetivo de acceder al poder.

Y qué decir de varios de los que un día se sintieron independientes; fue suficiente una pincelada para teñirlos por completo de un color determinado, pues, aunque no deja de ser genuina la lucha de los que se dicen “sin partido”, les ha resultado infructuoso el esfuerzo por los descarados padrinazgos. Sin embargo, hay que destacar que existen políticos priistas, panistas, perredistas y morenistas, como los hay en el PT, en el Verde, y hasta entre los independientes, con un profundo sentido de servicio, y es en ellas y ellos, en los que la misma clase política debe luchar para ganar de nueva cuenta la confianza del electorado. Lamentablemente el desinterés ciudadano por la actividad política, se debe al comportamiento de algunos funcionarios en los tres órdenes de Gobierno, que creen que con migrar a otros horizontes, la percepción hacia ellos cambia, solo que como dice el dicho, el zorro pierde el pelo… nunca las mañas.

Twitter: @LaloSerranoZ