Por: Eduardo Serrano

La lucha contra la corrupción ha sido la bandera que más ha ondeado el presidente de la República; tal vez lo hace por convicción, o por la rentabilidad electoral que le puede representar en las vísperas de un proceso tan importante que se va a jugar en las urnas para el 2021, en el cual se puede dar un impulso clave para consolidar a la Cuarta Transformación (4T), o de plano, se puede desplomar. Sin lugar a dudas, el huésped de Palacio Nacional tiene “la sartén por el mango” frente a una oposición que a nivel nacional, se dibuja desarticulada e insípida, a la que se le consume el tiempo en el reloj de arena del Ambiente Político, para generar una estrategia adecuada, que les permita enfrentar eficazmente la contienda en la que se habrá de renovar la Cámara Baja, y un importante número de congresos locales, por el momento están entretenidos al ver como se cocinan a fuego lento los supuestos videos que presumió Lozoya, como si fueran “frijoles” que están a punto de soltar el hervor y, en una de esas, varios, al probarlos, se darán un buen quemón.

Los “frijoles de Lozoya”, como estrategia mediática han resultado bastante efectivos, mucho más que las enchiladas de Rosario Robles, a quien se le ha mantenido durante poco más de un año en prisión preventiva, lo que ella misma ha calificado como una procuración de justicia selectiva, argumentando que a otras personas a quienes se les acusa de delitos más graves, incluyendo delincuentes del crimen organizado, les son respetados sus derechos, y hasta se les ha dejado flagrantemente en libertad, gozando de esta manera de las mieles de la impunidad, que todavía es el fruto podrido de donde muchos se sirven en México, aunque ya lo dijo el “chef transformador”, los beneficios que saborea Lozoya pueden aplicarse a todo aquel que quiera “menearle” a la olla de los frijoles, incluida por supuesto la Sra. Robles Berlanga, es decir, si quiere el mismo trato, debe informar lo necesario para destapar la cloaca de la corrupción, y de paso, mantener a la oposición ocupada en otros menesteres.

Al gobernador de Querétaro, Francisco Domínguez le alcanzaron los efectos de los frijoles de Lozoya, o sea, le provocaron un tremendo malestar estomacal, que derivó en un problemón, más mediático que jurídico, pues en un video hábilmente filtrado, se observó a su secretario particular, Guillermo Gutiérrez Badillo, recibiendo presuntos sobornos. Pancho Domínguez de inmediato lo destituyó y aprovechó la visita del Presidente a su tierra, -“milagrosamente” programada un día después- para deslindarse de cualquier acto de corrupción y aseguró que con la salida de Gutiérrez Badillo se contribuye al esclarecimiento de los hechos. A la par, en la víspera de la reunión de la Conago, se dio a conocer que la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO), de la Fiscalía General de la República (FGR), integraba una carpeta de investigación en contra de Francisco Javier Cabeza de Vaca, gobernador de Tamaulipas, por presuntas operaciones con recursos ilícitos provenientes del narcotráfico.

Y sí, los frijoles de Lozoya, siguen hirviendo con lo que se está ventilando en los medios y en las redes sociales, pues el objetivo está cubierto; no importa si hay culpabilidad o no, la presunción de inocencia no es tan rentable, como lo que se arma al consumir los frijoles de Lozoya. El delincuente confeso – como le llamó Pancho Domínguez- ahora es el único elemento fehaciente en el que se sustenta la lucha contra la corrupción. La campaña mediática le está dando resultados a la 4T, ante la mirada atónita de la oposición que no se quiere comer los frijoles, pero es notorio que traga saliva. Reitero, “ya sabes quién” tiene la sartén por el mango, y los frijoles de Lozoya continúan hirviendo; habrá que ver quien aguanta más, si los opositores desarticulados, o el chef preparando enfrijoladas para el 2021, hay que esperar a que se den los tiempos, pues como dice el dicho, del plato a la boca, se caen los frijoles… y también la sopa.

Twitter: @LaloSerranoZ