Las declaraciones del canciller Marcelo Ebrard en agosto pasado, donde calificó como un acto terrorista la masacre en Texas, en la que fueron asesinados ocho mexicanos, ya le habían calentado la cabeza al Presidente de nuestro vecino país del norte. Por eso el artero asesinato de los LeBarón en Bavispe, Sonora, y la solicitud de ayuda de esa comunidad “mexicoamericana” a su Gobierno, se convirtió en el pretexto perfecto para que Donald Trump, busque, a como dé lugar, que se concrete lo que ha venido cocinando 90 días atrás: Designar a los cárteles de la droga en México, como organizaciones terroristas. El Ambiente Político ahora se encuentra a la expectativa, ante las implicaciones que pudiera traer la estrategia electorera de intromisión en nuestro país, que planea Trump y la forma en la que la Cuarta Transformación sortea este nuevo episodio que la pone a temblar, en la víspera de que se cumpla el primer año del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Ciertamente, los LeBarón han hecho una campaña mediática intensa, que ha despertado las críticas de los afines al Lopezobradorismo, lo que les ha valido el calificativo de “vende patrias”, pues hay quienes señalan que su “activismo” está siendo auspiciado y hasta financiado, por intereses “superiores”. En su propia defensa, Bryan LeBarón ha manifestado en diversas entrevistas, que el “Gobierno de México está espantado porque se ha hecho pensar que van a llegar con tanques y bombas”, y remata diciendo que “la realidad es otra, (ya que) Estados Unidos va a colaborar para hacer estrategias que ayuden a detener a estos criminales», en franca referencia a los integrantes de los cárteles de la droga. Con el pretexto de “salvaguardar la seguridad nacional”, el fantasma de la guerra, que puede sonar un tanto exagerado, pero al final real, ronda tierras aztecas, pues esa designación permitiría a Trump iniciar acciones armadas en nuestro país.

Otro de los LeBarón, Adrián, también muy activo mediáticamente, se desconcertó al ver las implicaciones de su “solicitud de ayuda” a Trump, quien por cierto, está sujeto a una investigación de juicio político en su propio país, derivado de una conversación telefónica de 30 minutos con el nuevo presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski. Adrián LeBarón manifestó que desconocía que al catalogar a los cárteles mexicanos como terroristas, se abría la puerta a la intervención de Washington en nuestro territorio, por lo que aseguró que le pediría al presidente Andrés Manuel López Obrador, que le diga a su homólogo “que no se meta, que no ande haciendo esas declaraciones”, no sin antes culpar a las autoridades mexicanas por haber propiciado esa reacción de Trump, pero que es su búsqueda de que el mundo entero le ponga “nombre y apellido” a la masacre en la que fueron acribilladas 17 personas -cinco de ellos de su familia, que además fueron calcinados-, no había considerado que el inquilino de la Casa Blanca actuaría así.

¿Qué le queda a México, qué le queda al presidente Andrés Manuel y al canciller Marcelo Ebrard ante esta pretendida “In Trump Misión”? Sólo mantener su discurso en defensa de la soberanía de nuestro país. La decisión de no caer en provocaciones, de los “abrazos y no balazos”, y la estrategia de pacificación en su conjunto, hasta el momento, han dejado mucho que desear. El Gobierno de la Cuarta Transformación debe demostrar que posee la capacidad para disminuir la violencia en el país, más allá del discurso. El titular del Ejecutivo debe enviar señales de que hay capacidad sobrada para solucionar conflictos, y no para generar crisis; debe convencer a todos, que México es apto para la inversión privada nacional y extranjera, porque las condiciones de respeto a la legalidad y a los Derechos Humanos, es su principal carta de presentación. Pero sobre todo, el Gobierno de México debe hacer cambios sustanciales en donde sea necesario, para borrar toda posibilidad de intromisión de un personaje que se define por sus locuras, de su odio a nuestro país y su ambición de poder.