Por: Eduardo Serrano

La crisis de credibilidad en la cúpula del sector empresarial y el desgaste generado a los funcionarios implicados en el reparto de los créditos del Fondo Durango, que derivó en la separación temporal del cargo de Ramón Dávila Flores de la Sedeco y María José Santiesteban, de la Dirección Municipal de Fomento Económico, mientras se realizan las respectivas investigaciones por parte de la Secretaría de la Contraloría, por instrucciones del propio gobernador José Aispuro Torres, deja claro que la nueva normalidad en el Ambiente Político, es igualita a la que se vivía antes de la pandemia. Desde luego, ahora se requerirá mayor ingenio para enfrentarse a los golpes bajos que vendrán para pretender afectar en 2021 y 2022. Por lo pronto, hay que “aguantar vara”, aunque para algunos sea preferible que busquen donde esconder la cabeza, o acomodarse el cubrebocas para que le alcance a tapar lo más que se pueda del rostro, o ya estando, poner de moda las caretas polarizadas, porque, la verdad, los quemones no están para menos.

La cúpula empresarial empezó a trabajar bien el tema de la pandemia. Estuvieron al pie del cañón defendiendo la conservación de los empleos ante la indiferencia de la Federación. Significaron un gran apoyo para el Gobierno del estado y para el Municipio, mostrándose a la altura de las circunstancias, acatando las medidas sanitarias correspondientes a fin de evitar la propagación de los contagios, a costa de la supervivencia de sus centros de trabajo. Sin embargo, se vinieron los problemas. Los despidos injustificados, fueron capitalizados bastante bien por sus adversarios. El caso del Hotel Gobernador fue el más sonado, con claras intensiones de raspar a Jaime Mijares, expresidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), pues evidentemente es un perfil que podría avanzar en su carrera política. Ese error favoreció la reaparición de Hugo Rosales Badillo, quien saltó a la escena haciendo uso de su experiencia en estos menesteres, y no solo se erigió como el “justiciero” de los desempleados, sino que capitalizó bien su retorno con miras al 2021.

Como ya lo sabemos, no todo quedó ahí. Los líderes empresariales cometieron otro gravísimo error al no medir las consecuencias de una postura cargada de altas dosis de avaricia, que de inmediato generó repudio entre la ciudadanía. Es innegable que ellos también han resentido los efectos de la emergencia sanitaria, pero era preciso que mostraran señales de solidaridad, para darle un respiro a todos los damnificados de este importante sector, con la posibilidad de acceder a un monto determinado del crédito que solicitó el Gobierno del Estado. Ahora por instrucción del gobernador Aispuro, deberá determinarse si hubo conflicto de interés en la forma en la que se repartieron los montos de dicho crédito, dando la información necesaria con toda transparencia a la brevedad, como él mismo lo indicó.

En lo que se asemeja a un terrible incendio en el bosque empresarial, al mostrarse las escandalosa fumarolas, lamentablemente, como dicen en mi rancho, “por unos la llevaron todos”, lo que es absolutamente lamentable. A estas alturas del incendio empresarial, algunos perfiles como Mauricio Holguín, presidente de la Canaco y Miguel Castro Mayagoitia, actual líder del CCE, quienes mostraban evidentes aspiraciones políticas, valdrá la pena que esperen un poco, o quizás un “mucho”, pues el olor a quemado tardará un buen rato en disiparse, sirve que dejan de jugar a la “víbora de la mar” con acciones de agandalle, pues al estar ubicados adelante de la lista, está vez corrieron mucho, mucho, sin medir que, a partir de este momento, se quedarán atrás…tras, tras…

Twitter: @LaloSerranoZ