Por: Eduardo Serrano

Los pactos entre traidores tienen vigencia; el ganso se puede llegar a cansar, pero la venganza nunca lo hará, al menos eso demuestra el nuevo episodio en el que salen a relucir dos nombres: Javier Duarte y Enrique Peña Nieto. El Ambiente Político se pone interesante no por las investigaciones de corrupción que pudieran estar girando en torno al expresidente Peña, sino por la decisión de su “examigo” el gobernador veracruzano quien según una nota periodística, tiene toda la disposición para entregar las pruebas que posee acerca del dinero del erario que fue desviado para favorecer la campaña presidencial en 2012. Algo falló, algo provocó una ruptura, pero -evidentemente- el “cambalache” de información que hunda los que lo traicionaron, va destapar la cloaca con un profundo hedor del sistema anterior.

Y es que, supuestamente, desde el mes pasado “Javidú”  pidió la Fiscalía General de la República (FGR) que no fueran contra él, si presentaba datos y pruebas en los que, claramente, declararía contra Peña Nieto y algunos de sus más cercanos colaboradores. Por supuesto que son varios “nombres” los que circularon por las mentes de propios y extraños, ya que Duarte asegura que a “ellos” les habría entregado dinero con fines “electorales”, sin embargo, hasta donde se sabe, la solicitud no ha sido respondida por  la FGR, pues están a la espera que el exgobernador presente evidencia concreta para que ésta sea valorada y no sea sólo mera simulación. Sólo que ya hay antecedentes en ello, pues en 2012, la entonces PGR incautó 25 millones de pesos a dos trabajadores de Duarte en el Aeropuerto Internacional de Toluca, lo que le valió la oportunidad al PRD para presentar un denuncia por el financiamiento de «Javidú» a la campaña presidencial de Peña.

De llegar a proceder la solicitud del veracruzano, no tendría efectos en los procesos penales que carga en su contra, pero sí habría una gran posibilidad que se venga abajo el pacto de impunidad que tiene a Peña y a otros actores, -como Miguel Ángel Osorio Chong y Luis Videgaray- gozando de los efectos de aquellos “acuerdos electorales” del pasado reciente, pues los “cargos de conciencia” de Peña, que según «Javidú», lo motivaron para que le soltará una ”suma importante de dinero” misma que utilizó el exgobernador para calmar los ataques contra su familia, no pudieron calmar su sed de venganza y por eso va con todo sobre los que lo metieron en esas arenas movedizas, para hundirlos junto con él, facilitándole a la «4T» la chamba para acabar de una vez por todas con uno de los episodios más vergonzosos de la política nacional.

Se le están acabando los amigos a Enrique Peña Nieto, o al menos ya perdió a uno de los más cercanos. La venganza de Duarte se suma a la petición de los abogados de Rosario Robles para que sea llamado a declarar y además, a lo que puede tener en sus manos Emilio Lozoya. El expresidente pasó de ser el “bufón”, el “poco inteligente” de los videos durante su “reinado” y el “casanova” de las revistas “fifís”, a la encarnación de la corrupción, al impune de los impunes. En efecto, para Andrés Manuel López Obrador lo fuerte no es la venganza; para él lo mejor son los abrazos y no los balazos; pero, para sus adversarios, para los integrantes de la “mafia del poder”, la venganza es hasta un “modus vivendi” que no se cansa, ni descansa y tiene unas grandes ansias de ver caer a los que descaradamente se traicionaron entre ellos mismos. Ahora sí queda a la perfección la frase que de modo chusco continúa circulando por redes: ¡Cuántos más Peña!