Por: Eduardo Serrano

Quién iba a pensar que Morena tardaría más tiempo en tratar de constituirse, que en intentar, a toda costa, destruirse. Ciertamente no es un partido, es un movimiento que fue diseñado como vehículo para llevar a Andrés Manuel al poder, y mantenerlo ahí a través de diversas e importantes reformas constitucionales, para lo cual fue concebido un objetivo adicional: conquistar la mayoría en ambas cámaras del Poder Legislativo.

Morena logró sus propósitos iniciales, sin embargo, ha sido víctima de una encarnizada lucha interna. El Ambiente Político ahora muestra las dos caras de la moneda en Morena, opuestas por naturaleza, una que intenta combatir la corrupción y otra que se niega a dejar de vivir de ella; una que busca consolidar acuerdos de unidad y otra que subsiste gracias a la división; una que pretende mantenerse en el poder y otra que, ¡también!, el problema es que ninguna de las dos caras está dispuesta a ceder un ápice en la batalla.

La semana pasada Yeidckol Polevnsky, presidenta nacional de Morena, ante las amenazas del grupo que comanda Bertha Luján, arrancó una estrategia de reforzamiento de la estructuras locales en cada estado. Uno de los encuentros, fue el que sostuvo con la diputada Sandra Amaya, quien por cierto, ha retomado la coordinación del grupo parlamentario de Morena en el Congreso del Estado. De inmediato corrió la información de que se nombraría un nuevo delegado con funciones de Presidente para Durango, y que éste obtendría el respectivo nombramiento, a diferencia del “tristemente célebre” Armando Navarro, que entre “tamal y tamal”, lo único que demostró fue su incapacidad para construir la unidad y darle triunfos a su partido, además de que recientemente fue exhibido por Marina Vitela, alcaldesa de Gómez Palacio, al señalar que el lagunero quedó fuera del grupo que un día lo cobijó, por su cerrazón.

Bertha Luján también jugó su propio “volado”. Lanzó la moneda al aire tratando de que su cara quedara hacia arriba. Convocó a los morenos alineados a ella, a una Asamblea Extraordinaria del Consejo Político, con la finalidad de nombrar a un “presidente Nacional Provisional”, cuya responsabilidad recayó en el diputado federal  Alfonso Ramírez Cuéllar, quien habrá de convocar de nuevo a elecciones en un plazo de cuatro meses. La “pseudo asamblea” arrancó no solo con ese disparate, sino con, al menos, 26 impugnaciones al ser calificada como irregular. Ramírez Cuéllar, sin embargo, aseguró que convocaría a reunión del CEN de inmediato y defendió su “nombramiento” marca “Navarro”, al tiempo que Yeidckol hizo circular un video en redes y una nutrida gira de medios, donde desmenuzaba todos los argumentos que invalidaban la jugada de Luján, entre ellos, la falta de respeto al resolutivo de INE, por lo que se manifestó a favor de la legalidad como principio fundamental de Morena y pilar fundamental para respaldar al presidente AMLO y de pasó, aclaró que la figura de “presidente provisional” no existe en sus estatutos.

Ahí están las dos caras de la moneda en la que se juegan a los “volados” el presente y el futuro inmediato de Morena, un movimiento que fue tan hábil para acabar con sus adversarios, que prefirió construirse uno dentro de sí mismo. Ahora, en ese enfrentamiento cara a cara, Morena corre un riesgo enorme de perder lo único para lo que fue creada, ese “poder” que solo se gana a través de elecciones.

El único factor que mantiene a Morena con vida, es su relación con López Obrador, no hay otro vínculo, por lo tanto, si llega a acabarse esa “unión disoluble”, será solo cuestión de tiempo para que las tribus morenezcas se carcoman o sufran una metamorfosis, en aras de aparentar una Quinta Transformación, muy parecida a la Cuarta, en la que entre tanta diferencia, ambas caras de la Morena, lleguen a evidenciar… sus grandes similitudes.

Twitter: @LaloSerranoZ