Por: Eduardo Serrano

Ayer finalizó la etapa de campañas del proceso electoral, ahora los candidatos y sus partidos deberán guardar silencio mediático y en actos públicos, concretamente en cuanto a invitar al voto se refiere. El Ambiente Político de reflexión en esta etapa previa a la fiesta cívica del 2 de junio, es probable que no tenga sentido para muchos, sin embargo para los integrantes de los “cuartos de guerra” de los contendientes de esta justa electoral, se trata de horas cruciales para definir las acciones en el plan de movilización que habrán de desdoblar el domingo, pues ante la indiferencia que priva en la sociedad, no hay otra alternativa que “sacarlos a votar”. Sólo que es altamente probable que no sean del todo efectivas esas acciones, ya que el votante cada vez es más impredecible, no se deja manipular tan fácil, por tanto, el voto oculto y el útil, seguramente jugarán un papel preponderante en el resultado final.

Hay que dejar en claro que la movilización simplemente termina al “sacar a la gente a votar”, pero no implica la certeza de que el movilizador contabilice esos sufragios a su favor. El voto oculto lo aportará aquel ciudadano que nunca se “abrió de capa” por alguien en específico, pero también en aquel que todo el tiempo dijo que por “melón”, de hecho, “melón” lo “sacó” a votar y al último, en la soledad de la mampara votará por “sandía”. El ciudadano agraviado ante la falta de respuesta a sus demandas, aprendió a mentirle a los que sistemáticamente le mienten; aprendió a compartir del atole que siempre le dan en campañas y servirlo como se lo sirven, con el dedo. Como se dice coloquialmente, “le agarró la onda” a jugar con los que juegan con sus necesidades. Por eso, ha sido tan difícil adelantar escenarios en cada proceso, más aún en éste tan extraño, atípico y accidentado.

En este cóctel electoral, el voto oculto se mezclará con el voto útil, poniéndole una dosis mayor de incertidumbre de la cual, evidentemente no tenemos idea del grado de impacto en los resultados, ya que otro porcentaje de los movilizados acudirán felices y contentos a las urnas, invitados por cualquiera de los grupos encargados de esa estrategia en cada partido que participa en la contienda, pero al llegar a la casilla, en la soledad de la mampara, reflexionarán si su voto realmente inclinará la balanza contribuyendo al triunfo o a la derrota de alguno en particular. No sabemos qué tantos, harán de su voto un factor que provoque que se polarice o se vaya a tercios la elección, pero de que los habrá, los habrá. Por supuesto que este ingrediente adicional nubla cualquier proyección, incluyendo las de aquellos que se jactan de ser auténticos videntes. 

El próximo domingo 2 de junio entrará todo a la “licuadora” para mezclarse y obtener una sustancia homogénea llamada triunfo electoral. Se mezclarán dos porciones de abstencionismo; una porción de indiferencia; algo de voto duro con su toque de estructura, impregnado del voto oculto y premezclado con voto útil. Lo que salga de esa mezcolanza, gobernará a Durango por los próximos tres años. Todos nos beberemos la medida que nos toque. Para algunos será dulce, para otros amargo. Para unos la apariencia será espesa, mientras que para otros será muy aguada. Habrá quien se queje de lo salado y otros de lo empalagoso, así como unos lo verán seco y otros demasiado grasoso. Sin embargo, todos, hasta los que no voten, beberemos de esa mezcolanza, así que, el buen provecho o la indigestión, lo gozaremos o sufriremos, todos.