Por: Eduardo Serrano

Las manifestaciones que se dieron por parte de por lo menos mil 500 elementos de la Policía Federal, quienes se negaron a integrarse a la Guardia Nacional tomando para ello las instalaciones del Centro de Mando, ubicado en la Ciudad de México, en Iztapalapa, bloqueando la carretera México-Pachuca y demás puntos importantes, calientan el Ambiente Político en este asunto que tiene que ver con la seguridad del país, y que además, es uno de los grandes pendientes que el mismo presidente reconoció en su  “preinforme” de campaña presidencial perpetua, conocido como el “AMLOFEST”. Esta situación toma otros matices, pues la institución de reciente creación es considerada como la esperanza para el proceso de pacificación en México; ahora con estas manifestaciones, entre ellas, otras que vienen de diferentes vías, como el recibimiento en Tabasco, tierra del “caudillo transformador”, en el que actores presuntamente ligados al crimen organizado cerraron accesos y quemaron vehículos, esa esperanza se convierte en una auténtica preocupación.

Las demandas de los inconformes iban en el sentido de exigir el respeto a su salario, sus derechos laborales, su antigüedad en la Policía Federal y su negativa al carácter de obligatoriedad para formar parte de la Guardia. En tono retador los manifestantes le solicitaron a Alfonso Durazo, secretario de Seguridad, que diera la cara y que respondiera a cada uno de los puntos del pliego petitorio presentado.

La manifestación que comenzó de manera pacífica, subió de intensidad, tratando de dialogar entre gritos y empujones que alcanzaron a Patricia Trujillo, coordinadora Operativa de la Guardia Nacional, quien le pidió a los elementos de la Policía Federal que formaran una representación para entablar conversaciones con Durazo, con el compromiso de resolver de inmediato sus demandas, aunque en la mañanera, AMLO ya les había lanzado un dardo diciendo que la Policía Federal estaba mal y se echó a perder cuando pasó a formar parte de gobernación.

El presidente Andrés Manuel recriminó que en los sexenios anteriores se relajó la disciplina y se cometieron abusos; señaló que las protestas se daban porque estaban “mal acostumbrados” algunos, sobre todo los de arriba. Sin embargo, fiel a su estilo de “dar el trancazo y luego la sobadita”, el Mandatario nacional reiteró que este proceso de cambio para que los elementos de la Policía Federal pasen a formar parte de la Guardia Nacional, es absolutamente voluntario, por tanto no se despediría a nadie; inclusive les dijo a los que sí le iban a entrar que todavía faltaba que aprobaran la evaluación correspondiente, pues de lo contrario, se regresarían a donde estaban respetando sus mismos sueldos y prestaciones; en cambio, a los integrantes de la Guardia Nacional, tal como se comprometió en el Campo Marte, les aseguró que van a ganar bien y tendrán mejores prestaciones, cosa que aún no les convence a los inconformes.

Es imposible que estas manifestaciones provoquen que se “baje la guardia”, pues existe un convencimiento pleno por parte del presidente, en que es la manera más viable para enfrentar la crisis de inseguridad que se vive en el país y que lejos de detenerse, se agudiza. Difícilmente los elementos enlistados en la Guardia Nacional aceptarán que se les someta a evaluaciones de carácter militar cuando fueron formados en otras bases. Va a ser complicado que asimilen que la Policía Federal deberá integrarse a la institución en un plazo de ocho meses tal y como lo señaló el propio Alfonso Durazo, ya que así lo estipula la ley, por lo tanto, su incorporación no será del todo voluntaria. En conclusión, lo que se diga en estos momentos solo tendrá un efecto placebo, será un “mejoralito” para la jaqueca que se avecina, sin embargo, permítame insistir que es importante no bajar la guardia.