Por: Eduardo Ortega Solano

Nadie imaginaba el cataclismo que viviríamos en el 2020, estamos experimentando una película de terror, un enorme largometraje más parecido a un filme de ciencia-ficción, qué a una realidad; de repente en nuestro planeta emerge un terrible virus que ha contagiado al día de hoy más de tres millones de personas en el mundo, provocando una cifra que supera las 212 mil muertes; situación que nos hace más conscientes de la fragilidad de la vida humana, fallecimientos y daños serán incontables. En Estados Unidos en la economía más importante del mundo en el icónico Nueva York se rebasó el sistema de salud, al igual que el sistema funerario; a tal grado que se tuvieron que enviar camiones frigoríficos para ser utilizados como morgues provisionales. Mientras tanto en Ecuador con su frágil economía; twitteros denuncian que, en Guayaquil, cadáveres de fallecidos por COVID-19 están en las calles porque no hay transportes disponibles para retirarlos.

Ante esta crisis: Financiera, social y económica; estamos siendo obligados a modificar los paradigmas más básicos de nuestras costumbres, salir al cine, a tomar un café; un abrazo o un beso, son comportamientos ahora vedados. La incertidumbre y reclusión incrementa los pensamientos poco ortodoxos sobre el origen del virus, nada parece absurdo; una profecía, un castigo de la naturaleza, un arma biológica, o el nuevo orden mundial, sobran teorías o supuestas explicaciones científicas, como si entender la procedencia… atenuará por lo menos un poco, el grave daño que nos ocasiona. Pero también surgen las curaciones mágicas, pasando por antiguas vacunas soviéticas, buches de vinagre, calor o frío en extremo, tomar agua cada 15 minutos o comer grandes cantidades de ajo, plata coloidal, minerales mágicos, hasta el consumo de cloro a sugerencia de Trump, ocurrencia que dio como resultado; más de 500 intoxicados en el vecino país del norte.

México tiene problemas endémicos que ahora cobran factura; sobrepeso, diabetes, hipertensión son factores de riesgo, y una parte importante es ocasionados por el alto consumo de comida chatarra. México cuenta con 53 millones de pobres, de los cuales 10 millones están en situación de extrema pobreza ¿Como le dices a esta gente que se quede en casa? la respuesta recurrente ha sido: “Si no me mata el virus lo hará el hambre”. El Centro de Estudios Espinosa Yglesias, aseguró que el COVID -19 podría sumar a México 21 millones de pobres más.

Por supuesto que el Coronavirus no ha quedado fuera del entorno político, todas las acciones de AMLO, respecto a la pandemia, han sido descalificadas por sus adversarios, detractores y opositores; esto sin importar si se trata de aciertos o desaciertos. Esto es algo normal dentro de la política, aunque a veces pueda ser inmoral, lo que es anormal es la total ausencia de las huestes de Morena en el posicionamiento y defensa del ideario de López Obrador, acción que se replica en otros rubros, como es en la falta de apoyo para mitigar los efectos de la pandemia entre los más pobres, legisladoras federales brillan por su ausencia. Es cierto que la gestoría y apoyo no es parte de su responsabilidad; pero que eso se lo expliquen a sus símiles locales que andan apoyando de una forma discreta pero activa, como es el caso de: Antonio Ochoa, Carlos Maturino, Esteban Villegas, Gerardo Villareal, Sandra Amaya. Para las legisladoras federales su reelección es ilusión.

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