Por: Eduardo Ortega Solano

Es una engañifa, asegurar que el pasado domingo 6 de junio, el Revolucionario Institucional, fue el protagonista de una enorme debacle, esta se dio realmente desde  el proceso electoral del 2018, donde su candidato presidencial  Meade Kuribreña, alcanzó tan solo el 16.4 de la votación emitida y esto; a pesar que era el partido en el Gobierno, lo que siempre da en un proceso electoral, una clandestina pero efectiva ventaja competitiva. Pronto las encuestas evidenciaron el recuento de los daños, ubicando al tricolor con una aceptación menor al seis por ciento.

Numéricamente es una verdad Indubitable que el PRI perdió las  ocho gobernaturas, pero no se puede omitir que estas se ganaron en los “tiempos de gloria” de Peña Nieto, cuando la revista “Time” publicó su portada “Saving Mexico”; esta realidad fue antes del tsunami Morenista y es un análisis sesgado, tendencioso, o por lo menos incorrecto tratar de omitir las consecuencias del 2018, donde el hoy presidente obtuvo el 53 por ciento de la votación, más que todos sus adversarios juntos.

En el 2018 el PRI tocó fondo, y sobre esa realidad se debería partir. En el 2021 igual que en el 2018 el tricolor ganó en solitario 11 diputaciones federales (de mayoría relativa), pero ahora con sus coligados del PRD y PAN obtuvo 65 escaños más, y no solo esto, logro una votación ligeramente superior al 16.4 por ciento del 2018, obteniendo el 17.8 por ciento lo que le proporcionará más diputados plurinominales, dando como resultado que pudiera tener entre 14 y 26 diputados más, que la legislatura que está por terminar.

Pero en nuestra entidad federativa desde el 2019, el Revolucionario Institucional de Luis Enrique Benítez, dio claros visos que la ruta del tricolor ya era “cuesta arriba” al obtener 16 de las 39 alcaldías que se encontraban en juego, esto en una clara “alianza de facto” (que los dirigentes se han negado a reconocer) con el PAN, que obtuvo 18 alcaldías, dejando a Morena, el partido que el año anterior había ganado todo, con el triunfo en tan solo dos municipios.

Ahora en el 2021, en nuestra entidad federativa, el PRI de José Rubén Escajeda,  rinde buenas cuentas al ser el instituto político que más votos obtuvo entre sus coligados, además que se convirtió en la segunda fuerza política, solo abajo de Morena, que es la primera fuerza política del estado. Pese a que el PAN es Gobierno, el tricolor logró en el ámbito local obtener cerca de 30 mil votos más que el PAN y más de 30 mil en el ámbito federal. Esto le permitirá obtener tres diputados por la vía plurinominal mientras que el PAN solo alcanzará dos, de esta forma el PRI se podría convertir en la primera fuerza del congreso local  al tener ocho diputados (todavía está la incertidumbre si Morena alcanza siete u ocho legisladores) el PAN obtendrá seis, y el PRD quien por cierto pierde el registro local, contará con dos.

La alianza “Va por Durango’ sin duda dio un buen resultado, tanto así que le quitaron a Morena/PT el control del Congreso, esta deberá pervivir si quieren ser competitivos en el próximo proceso, donde “la manzana de la discordia”. ¿Será quien pone el candidato a la primera magistratura? Ambos institutos tienen argumentos, pero deberán tener cuidado de no sucumbir en “la hoguera de las vanidades”. Cierto es que Morena perdió el Congreso, como es cierto que una parte importante de los legisladores cuyo cargo está por fenecer llegaron por el “tsunami” ocasionado por AMLO. En el 2021, Morena, sin AMLO en las boletas, se convirtió en nuestra entidad, en el partido con más votos, más prerrogativas, y más plurinominales. Si los egos y las fobias obnubilan decisiones, no existirá un buen augurio para la alianza.

Twitter: @EduardoOrtegaS