Por: Eduardo Ortega Solano

En antaño, un piropo, era considerado como parte del cortejo que realizaba un hombre para lograr sus aspiraciones románticas, la galantería era fundamental en este ancestral rito, era la forma más normal de iniciar un noviazgo, que… no pocas veces culminaba en matrimonio. Hoy ceder el paso o el asiento a una dama, abrirle la puerta de un vehículo, retirarle la silla en un restaurante o cualquier cosa que pudiéramos creer que se trata de caballerosidad o cortesía, puede ser interpretado como acoso, y es que ciertamente entre la cortesía y el acoso, se ve una línea muy delgada, sin embargo, la urbanidad es la actitud más normal en una persona que se considera educada.

En nuestra cultura, el machismo es un mal endémico, costumbres y actitudes son frecuentemente discriminatorias en contra de la mujer, a pesar que las leyes han logrado una igualdad jurídica, esta no se refleja en la equidad; darle a cada quien lo que necesita, pero la discriminación se da en todos los ámbitos: sexual, laboral, social, y prácticamente en cualquier rubro aparece el sello patriarcal.

El machismo trata a la mujer como propiedad, un ser inferior al que se debe proteger, la visión es: si le prohíbo, la encierro, o le pego es por su bien. La misoginia es el odio, repulsión, animadversión hacia la mujer, se relaciona más con violencia de género y feminicidio. La contraparte femenina puede ser misandria, lo que significa el odio hacia los hombres, pero nada tiene que ver con el feminismo; este se trata de un movimiento que pugna por la equidad e igualdad de derechos entre el hombre y la mujer, actualmente es una corriente de pensamiento, un movimiento que no hace distinción de género.

Para muchos políticos, es muy lucrativo el declararse “feminista”, aunque esto contradiga la forma en que siempre han actuado. Por ejemplo; el novel tuitero, Fernández de Ceballos, tiene un clásico en la discriminación, al referirse a las mujeres como “Viejerio”, y que decir de Vicente Fox que las llamó: “Lavadoras de dos Patas”, Peña Nieto mencionó: “No soy la señora de la casa”; o el dicho de Hank Ronn: “Mi animal favorito, es la mujer”. Kiko Vega chistoreteo diciendo: “Todas están rebuenas, pero para cuidar niños, para atender la casa”. El exgobernador Ulises Ruiz, dijo a Mane Sánchez y a Margarita Zavala: “¡Pendejas! ¡Qué pendejas las dos!”. Alejandro Gracia Ruíz, el exdiputado del PRI mencionó: “Las leyes como las mujeres se hicieron para violarlas”; y en el mismo sentido declaró el arzobispo Juan Sandoval Iñiguez: “Las mujeres no deben de andar provocando, por eso hay muchas violadas”. Fernández Noroña tuvo que disculpase por cometer violencia política de género. Josefina Vásquez Mota, acusó recientemente, que fue víctima de violencia de género por parte de Fox y Calderón.

Los antes mencionados son tan solo una muestra; pero, exceptuando a Sandoval Iñiguez, todos han expresado su simpatía por el feminismo, demostrando tan solo una gran incongruencia. Pero el cinismo al más alto nivel, es protagonizado por Félix Salgado, quien en el inicio de su campaña se declaró feminista, he hizo el compromiso que el 50 por ciento de su gabinete estará integrado por mujeres.

De la farándula surge Víctor Trujillo, evadiendo su responsabilidad por la apología al machismo y misoginia que hace con su papel de Brozo, argumentando que tan solo es una actuación y él respeta mucho a la mujer. Sin embargo, no se le dio la misma oportunidad a “Pepe le Pew” el macho zorrillo francés, protagonista en las caricaturas de Warner Bros, quien perseguía constantemente a la “gata Penélope” y hoy es acusado por fomentar la cultura del acoso, la misma suerte correría, “miss Piggy” por su persecución a la “rana Rene” y Speedy Gonzales por fomentar el machismo y la discriminación. ¿No se estarán desviando los objetivos torales?

Por: @EduardoOrtegaS