Por: Eduardo Ortega Solano

El tristemente célebre 2 de octubre, pero del 2011 nació como asociación civil el Movimiento de Regeneración Nacional, que es conocido por sus siglas Morena y cuya única razón de ser de este futuro instituto político; era llevar por tercera ocasión a Andrés Manuel López Obrador a la candidatura a la primera magistratura del país. En el 2014 se constituyen como partido político, logrando así su primer objetivo. En el proceso electoral del 2015 con AMLO como presidente y Yeidckol Polevnsky como secretaria, obtuvo el ocho por ciento de la votación convirtiéndose así, en la cuarta fuerza política nacional.

En diciembre del 2017, por la búsqueda de la presidencia de la República, AMLO renunció a la presidencia de su partido subiendo por prelación la secretaria general, y de esta forma inicia en Morena la era “Polevnsky”.

Con la llegada de AMLO a la presidencia de la República, Morena se “descabeza” pues el primer Mandatario solicitó  licencia a su militancia, además advirtió que no serían un partido de estado, que el será respetuoso de la vida interna de Morena, asegurando  que no seguiría prácticas de antaño donde el primer mandatario era el jefe político del partido que lo llevaba al poder; precisó que el presidente de México ya no da línea a los partidos, “la línea es que ya no hay línea”. Este nuevo paradigma ha ocasionado que Morena sea “un barco a la deriva” en donde cualquier militante y hasta un simple simpatizante se sienta poseedor de la verdad absoluta recitando como un mantra los preceptos y dichos del Presidente, desde “no mentir, no robar, no traicionar», hasta “me canso ganso”.

Son incontables las trifulcas que protagonizan las huestes morenistas, tanto que muchos aseguran que Morena se ha «PRDizado», afirmación con la que no coincido. El PRD fue en sus orígenes a finales de los 80’s un partido de izquierda, que valga la redundancia agrupó a las “izquierdas” la corriente democratizadora del PRI, PMT, PSUM, PPR, PST, grupos como los troskos, martillos, etc. Su debacle comenzó con la derechización de sus militantes y sus alianzas de subsistencia con el PAN, que lo convirtieron en el membrete que son ahora. La integración de Morena fue “de dulce, chile y de manteca”, un movimiento con prerrogativas de partido, donde cohabita la derecha y la izquierda, pasando por mercenarios, liberales y ultraconservadores, un instituto que en su actuar no es congruente con la izquierda o con la derecha, siendo cuando mucho una entelequia.

En octubre del año pasado, trataron de renovar los comités estatales, esto reveló que en la mayoría de las entidades federativas existieron irregularidades, algunas tan graves como el robo de urnas, balazos y heridos. La misma presidenta del partido Yeidckol Polevnsky, anunció la suspensión de la elección para la renovación de la dirigencia nacional ya que se puso en evidencia un padrón amañado, tanto que las autoridades electorales ordenaran la reafiliación  de la militancia y previa validación del INE, una nueva credencialización, tarea que ni siquiera se ha iniciado. El domingo pasado se realizó un Congreso Nacional Extraordinario en el cual se pretendió remover a la presidenta Yeidckol Polevnsky, para imponer a Alfonso Ramírez Cuéllar como presidente del CEN, del cual se afirma que es “espurio” tal como lo aseguran resolverá el Tribunal Electoral.

¿Podrá Morena sobrevivir a los embates de su propia militancia ?

Twitter @eduardoortegas