Por: Emmanuel Salazar

Hace dos años, la mayoría de los mexicanos votaron por Andrés Manuel López Obrador para ganar de forma contundente la presidencia de la República, luego del hartazgo generado por gobiernos priistas y panistas que en ningún momento generaron la percepción de progreso generalizado y si de inequidades.

López Obrador tuvo que esperar 18 años para poder encabezar un Gobierno sin contrapesos, con mayoría en la Cámara de Diputados y de Senadores, además de obtener una gran cantidad de Congreso estatales, con lo cual la presidencia imperial pudo regresar una vez más, ahora bajo las siglas de Morena.

A dos años del triunfo electoral, empieza el desgaste propio del Gobierno, pues ha quedado en entredicho por ejemplo la frase aquella de: No robar, no mentir.

No robar: Ha quedado en duda, cuando uno de sus principales colaboradores, Manuel Bartlet a través de su hijo ha hecho “negocios” con la venta de ventiladores que tras el escándalo se canceló.

No robar: Ha quedado en duda, cuando los hijos del propio presidente López Obrador se han convertido de pronto en prósperos empresarios a grado tal que el primer nieto del Presidente nació en Houston, en un hospital nada barato.

No mentir: Cuando el Presidente cambió la versión sobre su orden para liberar a Ovidio Guzmán pues al principio aseguró que la decisión la tomó su gabinete de seguridad.

No mentir: Cuando dijo que no habría deuda en su Gobierno y sin embargo, en plena pandemia aprobó emitir bonos por seis mil millones de dólares con vencimientos en 2025, 2032 y 2051, según informó la Secretaria de Hacienda y Crédito Público en su comunicado del 22 de abril.

El Presidente cree que con subsidiar a la población con menos recursos hace justicia, luego de que en los pasados 30 años de neoliberalismo se apoyó a los empresarios más ricos del país.

Pero, ¿Y la clase media?, y quienes siempre pagamos impuestos? ¿Los que intentamos producir riqueza y pagar nuestros impuestos? A nosotros cuando nos hará justicia el Gobierno del presidente López Obrador.

Seguramente no seremos sujetos de estímulo alguno, y pese a eso, tendremos que seguir pagando impuestos para poder financiar todos los programas sociales, algunos de los cuales simplemente inhiben la iniciativa para trabajar y producir, pues la gente se queda solo con la idea de extender la mano y recibir recursos sin ningún tipo de esfuerzo. Y así será en los siguientes cuatro años.

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